MARCOS 9

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Marcos 9:1: El verbo γεύω (geuo) alude al acto de saborear o probar, y pertenece al ambito de la experiencia sensorial vinculada con el discernimiento. Este verbo se encuentra en la forma pasiva del futuro indicativo γεύσονται (geusontai), que implica probar para decidir si tragar o no. Debe tenerse en cuenta que Jesús pudo haber dicho directamente «no morirán», pero no lo hizo.

El uso de γεύω (geuo) en otros pasajes del Nuevo Testamento, como Mateo 27:34 y Apocalipsis 3:16, refuerza esta noción de discernimiento y evaluación.

En Mateo 27:34, por ejemplo, se describe cómo se ofreció a Jesús vino mezclado con hiel, que tras probarlo, rehusó consumirlo. Este rechazo comienza como un acto sensorial que conduce a una decisión consciente de no ingerir algo que no es aceptable.

Del mismo modo, Apocalipsis 3:16 utiliza la metáfora del agua tibia que es escupida como expresión de rechazo tras un acto de degustación. En ambos casos, el verbo implica una interacción inicial que precede a una evaluación y, en ciertos casos, a una negativa.

En el contexto de Marcos 9:1, el verbo γεύω (geuo) no comunica un significado unívoco, y su relación con «la muerte» (θάνατος) no hace referencia a una experiencia terminal en el sentido físico, sino una interacción o prueba que precede a un desenlace más complejo.

Es decir, se aleja de una afirmación sobre la temrinación del tiempo de vida, y abre la posibilidad de un uso metafórico o experiencial, en el que el acto de «probar la muerte» implica una situación de desafío que a otras personas sí llevaría a ”probar la muerte”, para decidir aceptarla si el costo es perder el reino de los cielos.


Marcos 9:2: La expresión μετεμορφώθη (metemorfothe) debe ser analizada en el contexto sociolingüístico del judeo-griego. Este término, traducido como «fue transfigurado», proviene del verbo μεταμορφόω (metamorphóo) y la raíz μορφή (morphe), que en los escritos judíos en griego se refiere a la «apariencia» o «aspecto externo», y no a la «forma» en sentido geométrico o estructural.

En Marcos 9:2, μετεμορφώθη (metemorfothe) describe un cambio visible en la apariencia de Jesús, sin implicar una transformación esencial de su ser. Este uso de μορφή (morphe) como «apariencia» también se encuentra en Filipenses 2:6, donde Pablo describe a Jesús en la «apariencia divina» (ἐν μορφῇ θεοῦ), y pone énfasis en que no usurpó esta igualdad.

La voz media pasiva de μετεμορφώθη (metemorfothe) indica que el cambio en la apariencia de Jesús no fue autoinducido, sino resultado de una intervención externa a él. Este detalle gramatical permite comprender la “transfiguración” como un acto atribuible a Dios.

Puede ver un análisis más exhaustivo en Filipenses 2:6.


Marcos 9:3: el sustantivo γναφεὺς (gnafeus) proviene del verbo griego γνάφω (gnáphō), que significa «cardar» o «trabajar telas». Este término se refiere a un batanero, una persona encargada de limpiar y blanquear tejidos, especialmente prendas de lana.

En la antigüedad, los bataneros desempeñaban un papel esencial en la industria textil. Su labor consistía en lavar las telas, a menudo con agentes limpiadores como tierra de batán, y luego golpearlas o pisarlas para eliminar impurezas, suavizar la textura y mejorar su calidad. Este proceso, conocido como batanado, era crucial para preparar la lana, un material básico de la vestimenta en tiempos bíblicos.

Dado que los batanes producían desechos y olores, solían ubicarse fuera de las ciudades. En la Biblia, la imagen del batanado se asocia frecuentemente con la idea de purificación y limpieza.


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