El verdadero significado de “primogénito” en hebreo bíblico
El término hebreo בְּכוֹר (bejor), comúnmente traducido como “primogénito”, ha sido interpretado tradicionalmente como un indicador del orden de nacimiento. Sin embargo, un análisis filológico riguroso revela que su significado original no se vincula estrictamente con la cronología del nacimiento, sino con una noción más amplia de preeminencia o prominencia. Esta diferencia es esencial para evitar reducciones semánticas que oscurezcan el sentido del texto hebreo.
En el relato de Génesis 25:28 se observa una distinción significativa entre dos formas de predilección. El texto señala: וַיֶּאֱהַב יִצְחָק אֵת עֵשָׂו כִּי־צַיִד בְּפִיו (vaie’ehav itzjaq et-esav ki-tzaid befiu), “Isaac amó a Esaú porque tenía caza en su boca”. Es decir, la preferencia de Isaac está condicionada por una satisfacción sensorial, en este caso, el alimento que Esaú provee. En cambio, respecto a Rebeca se dice: וְרִבְקָה אֹהֶבֶת אֶת־יַעֲקֹב (verivqah ohevet et-iaaqov), “y Rebeca amaba a Jacob”, sin que se explicite una causa.
Este concepto contrasta con el significado de בְּכוֹר (bejor). A diferencia de la predilección afectiva que se observa en Génesis 25:28, donde Isaac y Rebeca manifiestan amor por uno u otro hijo en función de preferencias personales, el término hebreo בְּכוֹר (bejor) no implica valoración subjetiva, sino designa una condición de prominencia objetiva que no depende de la voluntad o el juicio de otro.
Aunque בְּכוֹר (bejor) se traduce como “primogénito”, el término no denota estrictamente prioridad cronológica. La raíz ב־כ־ר (b-k-r) está vinculada a la idea de algo que irrumpe o destaca en una superficie, lo cual se asocia inicialmente con fenómenos perceptibles sensorialmente, como un brote que emerge de la tierra. En este sentido, lo que primero se manifiesta en una superficie —lo que altera el plano y se hace visible por sobresalir— es llamado bejor. No por haber surgido primero en términos temporales, sino por su cualidad de destacar frente a lo homogéneo.
La palabra evolucionó semánticamente hacia nociones más abstractas. En contextos agrícolas, los primeros frutos reciben el nombre de bejor no tanto por el orden en que emergen, sino por la percepción de que contienen la fuerza inicial del árbol o de la tierra. De igual modo, el primer nacimiento de un animal o de un ser humano es considerado bejor por ser una manifestación inaugural que resalta frente al vacío precedente.
El valor semántico de בְּכוֹר (bejor) se evidencia también en contextos donde no hay referencia alguna al orden de nacimiento. Por ejemplo, en Isaías 66:20, el texto menciona: וּפָרָשִׁים וּבְכָרִים (ufarashim uvjarim), usualmente traducido como “camellos jóvenes” o “novillos”. Aquí, la forma בְּכָרִים (bejarim) alude a animales vigorosos, destacados por su fuerza, no necesariamente por haber nacido antes. El énfasis está en su superioridad física, no en su antigüedad.
Otro ejemplo revelador se encuentra en Isaías 14:30: וְרָעוּ בְּכוֹרֵי דַלִּים (vera‘u bejoré dalim), literalmente “los primogénitos de los pobres”. En este caso, la expresión no denota a los primeros hijos de personas pobres, sino a los más pobres entre los pobres. La construcción בְּכוֹרֵי דַלִּים (bejoré dalim) comunica una intensificación del sustantivo: aquellos que encarnan de forma más extrema la cualidad del sustantivo que les sigue. En este caso, los que destacan en su condición de miseria.
El Salmo 89:28 (v. hebreo 89:27) proporciona la aplicación más contundente de este concepto. El texto dice: אַף אֲנִי בְּכוֹר אֶתְּנֵהוּ עֶלְיוֹן לְמַלְכֵי־אָרֶץ (af ani bejor etnehu elion lemaljé aretz), “también yo lo haré elevado, excelso respecto de los reyes de la tierra”. Aquí, el término בְּכוֹר (bejor) no puede entenderse como una descripción de orden natal, pues el sujeto ya ha nacido. Más bien, implica un acto de elevación, una designación de supremacía sobre otros, lo cual se confirma en la frase que sigue: עֶלְיוֹן לְמַלְכֵי־אָרֶץ (elion le-maljé aretz), “excelso respecto de los reyes de la tierra”. Esta preeminencia no es cronológica, sino jerárquica.
La diferencia entre predilección y el estatus de bejor es fundamental. La primera es subjetiva, dependiente del afecto y juicio individual. En cambio, bejor se refiere a una cualidad objetiva atribuida a aquello que destaca por naturaleza propia, ya sea en fuerza, posición, expresión o función. Traducir sistemáticamente בְּכוֹר (bejor) como “primogénito” puede inducir a errores interpretativos, especialmente cuando el contexto demuestra que el énfasis no está en el orden de nacimiento, sino en el carácter sobresaliente de aquello o aquel a quien se aplica el término.
Bejor no indica exclusivamente el orden de nacimiento, sino una condición de preeminencia o prominencia objetiva, asociada a aquello que sobresale, irrumpe o se manifiesta con fuerza propia dentro de un contexto determinado.
Sí, en varios textos bíblicos bejor se aplica a animales o personas no por haber nacido primero, sino por destacar en fuerza, posición o intensidad. Su uso se orienta hacia la superioridad, no necesariamente hacia la antigüedad cronológica.
La predilección es subjetiva y responde a afectos personales, mientras que bejor se refiere a una cualidad intrínseca que hace que algo o alguien sobresalga objetivamente, sin depender del juicio o preferencia del observador.
Porque en muchos contextos el énfasis no está en el orden de nacimiento, sino en la jerarquía o prominencia. Traducirlo siempre como “primogénito” puede distorsionar el sentido original del texto y ocultar su carga conceptual.
Sí, como en Isaías 14:30 o Salmo 89:28, donde el término expresa preeminencia jerárquica o intensidad de condición. En estos casos, bejor se emplea para destacar al más notable dentro de un grupo, no al nacido primero.