FILIPENSES 2

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Filipenses 2:5: El verbo φρονέω (phroneo) se relaciona con el término griego phren, que abarca tanto la respiración como el pensamiento reflexivo. Su significado combina aspectos físicos y mentales, integrándolos con la capacidad de verbalizar emociones y pensamientos.

En el contexto físico, phren alude a la respiración, un proceso esencial para la vida que también refleja los estados internos de la persona. Este vínculo entre lo corporal y lo mental da sentido a phroneo como una acción que conecta percepciones sensoriales con procesos cognitivos.

Mentalmente, phroneo implica reflexionar y articular estas reflexiones en palabras. Este proceso es similar a extraer agua de un pozo: se desciende al subconsciente para traer a la superficie ideas o emociones que luego se transforman en lenguaje.

Así, phroneo no solo es pensar, sino integrar la experiencia sensorial y emocional con el lenguaje.


Filipenses 2:6: El término griego μορφή («morphe»), empleado en Filipenses 2:6, ha experimentado un profundo cambio semántico que ha desdibujado su significado original dentro del contexto histórico y sociolingüístico del apóstol Pablo.

En la actualidad, su interpretación común como «forma» dista considerablemente de la carga conceptual que tenía en el primer siglo, particularmente en el marco judío en el que Pablo desarrollaba su pensamiento. Este desplazamiento no solo es cronológico, sino que está condicionado por la evolución doctrinal posterior, que influye en cómo se perciben términos clave dentro de los textos bíblicos.

La perspectiva judía y el uso de μορφή

Es crucial entender que Pablo, como judío, se movía en un marco que rechazaba cualquier asociación antropomórfica con Dios. En la cosmovisión judía, atribuir a Dios una «forma» física constituiría un jilul Hashem, es decir, una profanación de lo sagrado.

Esta perspectiva descarta cualquier posibilidad de que Pablo hubiera usado μορφή para referirse a una representación tangible o estática de Dios. En cambio, el uso del término por parte de Pablo debe leerse dentro de la tradición judía, especialmente como se refleja en los textos de las traducciones griegas de los libros del Tana’’j, donde μορφή se emplea para denotar lo apariencial o lo perceptible en un momento específico.

Por ejemplo:

  1. Jueces 8:18:
    El texto griego dice:
    καὶ εἶπαν ῾Ωσεὶ σύ, ὅμοιος σοί, ὅμοιος αὐτῶν, ὡς εἶδος μορφὴ υἱῶν βασιλέων.
    Aquí, μορφή describe la apariencia externa de los hombres, sugiriendo que «parecían hijos de rey». La palabra no implica una esencia inherente o una forma estática, sino una impresión visual reconocible.
  2. Job 4:16:
    εἶδον, καὶ οὐκ ἦν μορφὴ πρὸ ὀφθαλμῶν μου.
    En este caso, el término indica la ausencia de una «apariencia» discernible. Nuevamente, μορφή no se refiere a una forma intrínseca, sino a algo visible o perceptible.
  3. Daniel 5:6:
    τότε τοῦ βασιλέως ἡ μορφὴ ἠλλοιώθη.
    Aquí, el cambio en la μορφή del rey implica una alteración de su apariencia, resultado de su conmoción emocional. Esto es consecuente con el carácter dinámico y circunstancial del término.

La aplicación en Filipenses 2:6

Cuando Pablo escribe sobre Jesús en μορφῇ θεοῦ (morphe theou), no está haciendo referencia a una naturaleza divina preexistente, como algunas interpretaciones posteriores han planteado desde una perspectiva doctrinal cristiana. En lugar de ello, la referencia apunta a una apariencia específica que Jesús asumió en un momento particular de su vida.

Este enfoque encuentra coherencia en el relato de la metemorphosis o transfiguración, donde Jesús «adquirió una apariencia divina» en un evento claramente delimitado en el tiempo. Durante este episodio, según los Evangelios, Jesús exhibe una apariencia literalmente deslumbrante, pero lo hace de manera temporal y con un propósito específico.

La exhortación paulina a la comunidad de Filipos en los versos previos refuerza esta interpretación. Pablo anima a actuar sin presunción ni vanagloria, y los remite a Jesús como ejemplo.

La mención de μορφῇ θεοῦ se contextualiza con el episodio en el que Jesús, tras la transfiguración, instruye a sus discípulos a no divulgar lo ocurrido. Este acto de humildad se alinea con el mensaje ético de Pablo, que expresa que incluso cuando Jesús estuvo en apariencia divina, no la utilizó para su propio beneficio ni buscó reconocimiento.

El análisis del término μορφή en los escritos judíos y en el contexto paulino revela que su significado primario está vinculado a lo apariencial y a la percepción circunstancial. En Filipenses 2:6, μορφῇ θεοῦ no debe entenderse como una afirmación de preexistencia divina, sino como una referencia a la apariencia temporal de Jesús en un momento específico de su vida, particularmente durante la transfiguración.


Filipenses 2:6: La palabra griega ὑπάρχων (hyparjón), cuya etimología se deriva de la combinación de hypo (debajo) y arjé (principio), ha sido interpretada y utilizada en contextos teológicos como si fuera intercambiable con el verbo eimi (ser o existir). Sin embargo, esta equivalencia no responde a una neutralidad lingüística o semántica, sino más bien a una estrategia doctrinal que, de manera intencionada, despoja al término de su especificidad semántica.

Esta práctica tiene implicaciones significativas en la interpretación de textos como Filipenses 2:6, donde el autor escoge deliberadamente hyparjón en lugar de la forma más breve y directa eimi. La decisión no puede explicarse mediante un argumento de economía lingüística, ya que, de ser equivalentes, habría resultado más eficiente el uso del verbo comúnmente empleado para denotar el ser.

En el idioma griego, hyparjón y eimi no son términos intercambiables. La elección de uno sobre el otro no es casual ni estilística, sino profundamente ligada a la intención comunicativa del autor. Mientras eimi alude directamente al acto de ser o existir, hyparjón describe las condiciones, circunstancias o estados que definen al ser en un momento específico.

Así, hyparjón se emplea en contextos donde es necesario expresar una relación contextual o una posesión circunstancial del ser, aspectos que pueden ser temporales o sujetos a cambio. Ejemplos de este uso se encuentran en pasajes como Lucas 12:33 y Hechos 3:6, donde el verbo no describe la esencia ontológica del individuo, sino lo que este posee o carece en términos concretos.

Por tanto, cuando se examina Filipenses 2:6, la elección de hyparjón en lugar de eimi es relevante. El autor no está afirmando una existencia genérica, sino señalando la situación del ser, la disposición particular en la que aquel al que se refiere se encontró en un detemrinado momento, que, como todo momento, tuvo un inicio y un final.

Si esta distinción semántica se ignora o se diluye bajo la pretensión de intercambiabilidad, se pierde un elemento crucial del significado original del texto, y se abre paso a lecturas doctrinales que pueden no estar alineadas con el propósito del autor.

La insistencia en equiparar ambos términos oscurece la riqueza conceptual que hyparjón aporta, y lo reduce a un sinónimo innecesario de eimi. El empleo de hyparjón responde a una intención deliberada de expresar un matiz particular relacionado con la condición o situación del ser, y no con su existencia intrínseca.


Filipenses 2:6: El sustantivo ἁρπαγμός (harpagmos), utilizado en Filipenses 2:6, deriva directamente del verbo ἁρπάζω (harpazo), cuya raíz semántica remite al acto de tomar algo que no se posee, generalmente mediante fuerza, habilidad o velocidad.

Esta conexión etimológica es esencial para comprender el significado preciso del término y contrasta marcadamente con ciertas interpretaciones que, influenciadas por tradiciones doctrinales posteriores, optan por traducirlo como «aferrarse». Esta elección no respeta la naturaleza original de la palabra, e invierte su significado, por ende, distorsiona el mensaje que Pablo está transmitiendo.

La naturaleza de ἁρπαγμός según su etimología

El verbo ἁρπάζω describe una acción que involucra la adquisición de algo por medio de un esfuerzo explícito, frecuentemente caracterizado por rapidez y energía. Este verbo describe un acto que se inicia desde un estado de carencia o no posesión, con el propósito de obtener lo deseado. Por extensión, ἁρπαγμός denota la idea de «acto de arrebatar» o «intento de tomar por la fuerza». No se trata de conservar algo que ya se posee, como implica el concepto de «aferrarse», sino de un movimiento hacia la adquisición.

El contraste entre estas dos nociones es evidente: «aferrarse» presupone que el objeto ya está en posesión del sujeto, mientras que ἁρπαγμός (harpagmos) indica un estado inicial de carencia y un esfuerzo activo para obtener aquello que no se tiene. Esta discrepancia es significativa porque refleja cómo las traducciones tradicionales son moldeadas para acomodar interpretaciones doctrinales, en lugar de adherirse al significado léxico y contextual del término.

La carga contextual de ἁρπαγμός

Se debe tener en cuenta que ἁρπαγμός, como término, no lleva implícita una valoración moral. Su percepción depende del contexto en el que se aplica y del agente que realiza la acción. Por ejemplo:

  1. Mateo 13:19:
    ὁ πονηρὸς ἔρχεται καὶ ἁρπάζει τὸ ἐσπαρμένον ἐν τῇ καρδίᾳ αὐτοῦ.
    En este caso, ἁρπάζω describe la acción del maligno arrebatando la semilla de la palabra sembrada en el corazón. Aquí, el acto tiene una connotación claramente negativa debido al agente y las circunstancias.
  2. Judas 1:23:
    οὓς δὲ σῴζετε ἐκ πυρὸς ἁρπάζοντες.
    En contraste, ἁρπάζω se utiliza para describir el acto de rescatar a alguien del fuego, con una connotación positiva y bienhechora. En este caso, el arrebato es un acto de salvación y cuidado urgente.

Estos ejemplos demuestran que el significado de ἁρπαγμός (harpagmos) depende del contexto y del agente que lleva a cabo la acción, por lo que puede interpretarse tanto en términos negativos como positivos.

Aplicación en Filipenses 2:6

En el contexto de Filipenses 2:6, Pablo emplea ἁρπαγμός (harpagmos) para describir la actitud de Jesús respecto a la «igualdad a Dios».

La acción descrita no afirma que Jesús ya poseía esta igualdad y que decidió no «aferrarse» a ella, como indican muchas traducciones tradicionales. Por el contrario, Pablo está diciendo que Jesús no consideró apropiado intentar «arrebatar» o «apropiarse por fuerza» de esta igualdad.

Este matiz encaja perfectamente con el análisis previo de μορφῇ θεοῦ, donde se concluye que la apariencia divina de Jesús, visible durante la transfiguración, era un estado temporal y no una afirmación de su naturaleza esencial o preexistente.

Al decir que Jesús no consideró ἁρπαγμός la igualdad a Dios, Pablo pone la atención de sus lectores en el hecho de que Jesús rechazó activamente cualquier intento de apropiarse de una posición divina. Esto es armonioso con su mensaje ético de humildad en el pasaje en su conjunto, y sirve como ejemplo para la comunidad de Filipos.

La negativa de Jesús a actuar con presunción o vanagloria, incluso cuando estuvo en una apariencia divina, se convierte en el modelo ético que Pablo insta a seguir.


Filipenses 2:6: El verbo deponente medio ἡγέομαι (hegeomai) posee una riqueza semántica que abarca tanto la idea de conducir o guiar como la de emitir juicios u opiniones. Su uso en Filipenses 2:6, requiere un análisis detallado.

La naturaleza de ἡγέομαι

En su uso básico, ἡγέομαι (hegeomai) se refiere a la acción de liderar desde adelante, es decir, de actuar como guía en un sentido literal o figurado. Este liderazgo implica una relación directa con los conducidos, caracterizada por una autoridad natural que no se impone de manera coercitiva, sino que se ejerce a partir de una conexión estrecha con quienes siguen al líder. Esta noción se ejemplifica en varios pasajes de los textos conocidos como Nuevo Testamento:

  1. Mateo 2:6:
    καὶ σὺ Βηθλεὲμ γῆ Ἰούδα οὐδαμῶς ἐλαχίστη εἶ ἐν τοῖς ἡγεμόσιν Ἰούδα· ἐκ σοῦ γὰρ ἐξελεύσεται ἡγούμενος ὅστις ποιμανεῖ τὸν λαόν μου τὸν Ἰσραήλ.
    Aquí, el término ἡγούμενος (hegoumenos) se aplica a un líder que pastorea al pueblo.
  2. Hechos 15:22:
    ἐκλεξαμένους ἄνδρας ἐξ αὐτῶν πέμψαι εἰς Ἀντιόχειαν σὺν τῷ Παύλῳ καὶ Βαρνάβᾳ, Ἰούδαν τὸν καλούμενον Βαρσαββᾶν καὶ Σιλᾶν, ἄνδρας ἡγουμένους ἐν τοῖς ἀδελφοῖς.
    En este caso, ἡγουμένους (hegoumenous) describe a hombres que lideran dentro de la comunidad, y actúan como referentes de confianza y proximidad.
  3. Hebreos 13:17:
    πείθεσθε τοῖς ἡγουμένοις ὑμῶν καὶ ὑπείκετε· αὐτοὶ γὰρ ἀγρυπνοῦσιν ὑπὲρ τῶν ψυχῶν ὑμῶν.
    Aquí, ἡγουμένοις (hegoumenois) se refiere a la responsabilidad de quienes lideran como guardianes del bienestar espiritual de la comunidad.

En todos estos ejemplos, ἡγέομαι (hegeomai) y sus derivados implican una forma de liderazgo que no es autoritaria ni distante, sino que se basa en una comprensión íntima y en la voluntad de servir.

Ἡγέομαι en Filipenses 2:6

En Filipenses 2:6, Pablo utiliza ἡγέομαι (hegeomai) para describir la actitud de Jesús respecto a la igualdad a Dios. En este contexto, el verbo indica que Jesús «no hizo de su opinión» el arrebatar esta igualdad. Esta elección lingüística es coherente con el mensaje general del pasaje, que insta a la humildad y pone como ejemplo la disposición de Jesús a renunciar a cualquier acción que pudiera percibirse como usurpación o vanagloria.

El uso de ἡγέομαι (hegeomai) aquí pone a Jesús, como líder que guía a través del ejemplo, rechaza hacer de su experiencia en la transfiguración —donde adquirió una apariencia divina— un pretexto para reclamar o apropiarse de una posición que solo le corresponde a Dios.


Filipenses 2:7: El sustantivo ομοίωμα (homoioma) significa semejanza, similitud o igualdad, y proviene de όμοιος (homoios), que denota una alineación o correspondencia.

En Filipenses 2:7, ομοίωμα (homoioma) se encuentra en voz media. Esto significa que el sujeto es quien efectúa la acción sobre sí mismo.

La afirmación de este versículo sobre Jesús se alinea con lo enseñado por él mismo en Mateo 20:27-28. La condición de siervo no es natural ni ideal en el marco social; no representa el rol esperado para el ser humano. Por ello, Jesús habla de la necesidad de que uno mismo se haga siervo.

Este punto es relevante porque, según este principio, no es propio de un rey igualarse a los hombres sobre los que gobierna. La secuencia que describe el apóstol en Filipenses aborda esta idea. Sin embargo, dicha secuencia no comienza en Filipenses 2:6, como sostienen algunas doctrinas que afirman que Jesús existía como Dios y se hizo hombre. En realidad, comienza en Filipenses 2:5, donde el apóstol se refiere a Jesús no como «Jesús el Mesías», sino como «el Mesías Jesús».

El orden elegido por el apóstol no es una casualidad ni un recurso estilístico, sino que responde a una intención comunicativa que enfatiza la verdadera identidad de Jesús. Para un judío, el Mesías es el máximo rey de su nación. Este rey, designado mediante una Bat Kol tras su inmersión en el Jordán y seguido por multitudes, se identificaba como «el hijo del hombre». Mientras que esta expresión está cargada de teología en el cristianismo, en el ámbito judío simplemente refleja una forma de presentarse como uno más entre los hombres.

En Filipenses 2:7, el apóstol señala que Jesús se despojó de los derechos reales que le correspondían como descendiente, por línea paterna, del rey David, y se relacionó con el pueblo como uno de ellos.


Filipenses 2:7: La expresión σχήματι (sjémati) proviene del griego σχῆμα (sjema), de donde deriva nuestra palabra «esquema». Este término se refiere a una representación que apela a la percepción o interpretación de quien la observa. Es crucial tener en cuenta este significado en el contexto de este versículo.

En Filipenses 2:5-7, se describe un proceso que inicia con la figura del Mesías, atribuida a Jesús. Este relato continúa mostrando una renuncia consciente a los privilegios mesiánicos que se alineaban con las expectativas judías del primer siglo, para asumir una relación directa con el pueblo, en lugar de con los gobernantes.

Es aquí donde el término σχήματι (sjémati) toma un giro significativo al centrar la atención en cómo fue percibido Jesús. El apóstol Pablo señala el éxito de esta decisión, ya que Jesús fue percibido como un amigo del pueblo, un defensor de los gobernados, no de los gobernantes.

¿Por qué utiliza el apóstol el término σχήματι hasta esta parte? Para destacar que esto no constituía un fin en sí mismo, sino una etapa más dentro del proceso de «vaciarse» o «despojarse». Por esta razón, Pablo señala que, alcanzado este punto, Jesús se humilló aún más.


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