En el texto de Josué 10:1, donde aparece el verbo וַיַּחֲרִימָהּ (vaiajarimáh), hemos optado por traducirlo como «la había proscrito» en lugar de «la destruyó» o «la exterminó», que son las versiones más comunes. Esto se debe a que el verbo הֶחֱרִים proviene de la raíz hebrea חרם (j-r-m), que tiene un significado legal más complejo que solo «destruir». Este término se refiere a declarar algo חֵרֶם (jérem), es decir, apartarlo o prohibirlo, colocarlo en una categoría especial que lo separa de la esfera común y cotidiana.
El jérem implicaba, en un contexto de guerra, que lo conquistado quedaba «proscrito», es decir, sometido a un destino irrevocable. Dependiendo de las circunstancias, esto podía significar destrucción total, como ocurrió con Jericó, o la dedicación de los bienes y personas a un propósito específico, a menudo sacro o intocable. No se trataba únicamente de un acto violento, sino de una clasificación legal: lo sometido a jérem dejaba de pertenecer al mundo humano, ya fuera por medio de la destrucción o por dedicación exclusiva.
En el caso de Jericó, la ciudad fue completamente proscrita y destruida, y se estableció una prohibición sobre tomar cualquier botín de guerra. Sin embargo, esta medida fue rectificada cuando se trató de la ciudad de Ai. Después del incidente con el botín oculto por Acán –quien desobedeció el jérem en Jericó y tomó lo que estaba destinado a ser prohibido–, se permitió que los israelitas, tras conquistar Ai, pudieran tomar parte del botín, algo que no ocurrió en Jericó. A pesar de esta diferencia, el texto sigue empleando el verbo הֶחֱרִים, porque la idea subyacente es que Ai fue sometida inicialmente a un juicio similar al de Jericó, aunque con un ajuste en las disposiciones sobre los bienes conquistados.
En Josué 10:6, la expresión אַל־תֶּרֶף יָדֶיךָ (al-téref iadéja), traducida literalmente como «no aflojes tu mano», es una frase idiomática del hebreo bíblico que tiene una carga emocional y dramática, ligada a la idea de no abandonar a alguien en un momento de necesidad crítica.
El verbo רָפָה (rafá) significa «aflojar», «debilitarse» o «ceder». En esta expresión, la imagen es muy poderosa: cuando alguien tiene su mano sujetando a otra persona, aflojar la mano implica soltarla, dejarla caer o abandonar el apoyo que se le estaba proporcionando. De manera que, cuando se dice אַל־תֶּרֶף יָדֶיךָ, no solo se pide que la mano no se debilite, sino que, en un sentido figurado, se está diciendo «no nos dejes», «no nos abandones», «mantente firme con nosotros».
Este uso metafórico aparece también en Deuteronomio 31:6, donde Moisés dice al pueblo de Israel: כִּי יְהוָה אֱלֹהֶיךָ הוּא הַהֹלֵךְ עִמָּךְ לֹא יַרְפְּךָ וְלֹא יַעַזְבֶךָּ (ki Hashem Elohéja hu ha’holej imáj, lo iarpéja velo ia‘azvéja), que se traduce como «Porque Hashem, tu Elohim, es el que va contigo; no aflojará su abandonará ni te soltará». Aquí, la raíz רָפָה se usa junto con el verbo עזב (azáv, soltar), y esto refuerza la idea de que «aflojar» la mano es una imagen de abandono o retirada del apoyo.
En el hebreo bíblico, «la mano» simboliza fuerza, control y protección. Cuando alguien sostiene tu mano, es una forma de decir que te sostiene, que está contigo para apoyarte y protegerte. Si esa mano se «afloja», implica una sensación de peligro, soledad y caída. Por eso, pedir אַל־תֶּרֶף יָדֶיךָ en un momento de angustia es una súplica dramática: «no sueltes nuestra mano, no nos dejes caer».
La palabra פִּתְאֹם (pit’óm), que aparece en Josué 10:9 y suele traducirse como «de repente», tiene un significado relacionado con la idea de algo que ocurre sin previsión o expectativa. El énfasis no está en la velocidad; sino en que las personas no estaban preparadas mentalmente para lo que ocurrió.
Esta interpretación se apoya en el análisis de Abraham Ibn Ezra, un reconocido comentarista bíblico y gramático del siglo XII, quien explica que פִּתְאֹם proviene de una raíz relacionada con פֶתִי (petí), una palabra hebrea que describe a alguien ingenuo, desprevenido o sin la capacidad de prever lo que viene. Es decir, algo פִּתְאֹם sucede de manera inesperada, toma a los involucrados completamente por sorpresa.
Por otro lado, Moshé ben Najmán, conocido como Rambán, un destacado comentarista judío de la Edad Media, explica en su comentario sobre Números 12:4 que esta palabra describe cómo Miriam y Aarón fueron sorprendidos por una comunicación súbita de Dios. En ese momento, ellos no estaban pensando ni esperando recibir un mensaje divino, lo que refuerza la idea de que פִּתְאֹם implica algo que irrumpe sin que haya preparación previa.
En el contexto de Josué 10:9, פִּתְאֹם nos da una clave importante para entender lo que sucedió. El relato no está relacionado con la velocidad de la incursión, sino el hecho de que sus enemigos no habían previsto que él interviniera. Sabían que había una alianza o paz entre Josué e Israel con la ciudad de Givón, pero no creían que esa alianza se cumpliría en términos prácticos. Si hubieran tomado en serio ese acuerdo, no habrían atacado a Givón en primer lugar.
Por lo tanto, el uso de פִּתְאֹם indica que el ataque de Josué los sorprendió, no por su velocidad, sino porque no habían concebido que Josué respondería de manera efectiva.