IEHOSHÚA 8

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En Josué 8:1 encontramos la expresión אַל־תִּירָא וְאַל־תֵּחָת (Al-tirá ve’al-téjat), que se traduce como «No temas y no te desmorones». Esta frase contiene dos verbos que describen estados emocionales intensos, asociados al miedo y al derrumbe interior. Vamos a enfocarnos en el verbo תֵּחָת (téjat), porque tiene una riqueza semántica y una profundidad significativa en el hebreo.

Este verbo proviene de la raíz trilítera חתת (jatat), que comunica la idea de «ser quebrantado» o «reducido a pedazos». En un sentido literal, se refiere al colapso o destrucción de algo sólido, como cuando una estructura se desmorona o se fragmenta. A partir de esta imagen concreta, el verbo se empezó a usar en contextos figurados para describir lo que sucede dentro de una persona cuando es sobrecogida por el miedo o la desesperación.

Imagina que alguien se encuentra ante una situación de peligro extremo o incertidumbre. La fuerza emocional de ese momento puede «romper» su ecuanimidad, como si algo en su interior se viniera abajo. Esa es la idea que transmite la palabra téjat: no se trata simplemente de sentir miedo, sino de un colapso anímico, una pérdida total de fuerza y estabilidad, como si el miedo destrozara la fortaleza emocional de la persona.

En este versículo, Hashem le dice a Josué que no téjat, es decir, que no permita que el miedo lo haga colapsar. Interesantemente, esta orden se combina con al-tirá («no temas»), es decir: si te resulta inevitable sentir miedo; entonces enfócate en evitar que ese miedo tenga el poder de quebrantar el espíritu o desmoronar tu voluntad. En el contexto narrativo, Josué había enfrentado una derrota previa en la ciudad de Ai, lo que podría haberlo dejado emocionalmente afectado. Aquí, el verbo téjat apunta directamente a esa sensación de derrumbe interno tras el fracaso.


En Josué 8:1, encontramos la expresión עַם הַמִּלְחָמָה (am hammiljamá), que literalmente se traduce como «el pueblo de la guerra». Ahora, ten en cuenta que no se refiere literalmente a todo el pueblo, sino que es una expresión idiomática que designa a un grupo específico: los combatientes o las tropas. En otras palabras, se trata de una forma de referirse a los hombres preparados para la batalla, a quienes Josué debía tomar consigo para la misión en Ai.

En hebreo, las expresiones de este tipo son relativamente frecuentes. Se forman con un sustantivo principal (am, «pueblo») y otro sustantivo en estado constructo (hammiljamá, «de la guerra»), y establece una relación que, más que descriptiva, es de tipo atributiva o incluso metonímica. Es decir, no nos está diciendo que se trata de cualquier grupo de personas involucradas en una guerra, sino que evoca un conjunto particular que ya es conocido en el contexto narrativo: los soldados o guerreros.

Un fenómeno similar ocurre con expresiones como בְּנֵי הַנְּבִיאִים (bené hannevi’ím, «hijos de los profetas»). Esta frase no indica una relación biológica, sino que identifica a los discípulos o miembros de un grupo profético. De este modo, el hebreo utiliza estas construcciones para encapsular conceptos complejos mediante relaciones gramaticales aparentemente simples.


La palabra אֹרֵב (orev) significa «acecho» o «posición de acecho», mientras que אַרְבֶּה (arbeh) es el término para «langosta». Como puedes notar, hay una conexión interesante entre ambas, tanto en su sonoridad como en el campo semántico que evocan.

Las langostas se mueven de una manera que parece caótica; se desplazan en formaciones masivas, organizadas, y cuando invaden un campo, lo hacen de forma inesperada y devastadora.

El fenómeno natural de la langosta puede haberse percibido en la antigüedad como una metáfora perfecta de un ataque organizado: un enjambre (o una horda, si preferimos términos menos biológicos) que avanza como una fuerza arrolladora. No es una trampa en el sentido de un ánimo engañoso, sino una irrupción estratégica, donde la organización es determinante.

Este paralelismo entre el orev humano y el arbeh natural refuerza la idea de que ambas palabras comparten una connotación relacionada con el orden y la coordinación táctica. Es decir, en lugar de un acecho pasivo, el orev implica un plan colectivo, militar, similar al comportamiento de un enjambre de langostas: ocultación, avance súbito y destrucción total en un corto lapso.


En Josué 8:8 encontramos el verbo כְּתׇפְשְׂכֶם (ketofsejém), que se ha traducido como «cuando controlen la ciudad».

Este verbo proviene de la raíz תפשׂ (tafás), que tiene el sentido primario de «asir», «capturar» o «apoderarse firmemente». No se trata de recoger algo que está allí sin resistencia, sino de una acción intensa y decisiva: sujetar algo o alguien con la intención de controlarlo.

Un buen ejemplo de este uso lo encontramos en Génesis 39:12, cuando la esposa de Potifar intenta retener a José:
וַתִּתְפְּשֵׂהוּ בְּבִגְדוֹ (Vatitpeséhu bevigdó), que puede traducirse como «y lo sujetó por su ropa». La escena muestra un acto repentino y firme: ella no solo lo toca, sino que lo agarra con fuerza, con la detemrinación de que no logre escapar. Aquí, la raíz tafás transmite esa idea de capturar con la intención de ejercer control.

Volviendo a Josué 8, la frase כְּתׇפְשְׂכֶם אֶת־הָעִיר no se refiere a solamente entrar en la ciudad, sino a algo más contundente: tomar el control de ella. Es una captura estratégica, no es solo tener presencia en sus calles. El contexto militar refuerza esto, ya que el verbo implica que el dominio de la ciudad no se logra sin un esfuerzo organizado. Implica subyugar, consolidar la posición y asegurarse de que la ciudad queda completamente bajo su poder.


En Josué 8:10 encontramos el verbo וַיַּשְׁכֵּם (vaiashkém), que muchas veces se traduce como «se levantó temprano». Sin embargo, este verbo tiene una riqueza semántica que va más allá del acto de madrugar. Para entenderlo, necesitamos analizar su raíz, שׁכם (shajam), que está relacionada con la palabra שְׁכֶם (shekém), que significa «hombro» o «espalda superior».

El שְׁכֶם es la parte del cuerpo que se usa para llevar cargas pesadas. Por eso, etimológicamente, la raíz שׁכם tiene una connotación de asumir responsabilidad o una carga, especialmente desde temprano en el día. El verbo וַיַּשְׁכֵּם denota la disposición para comenzar tareas importantes con diligencia, como si se tratara de cargar una responsabilidad sobre los hombros.

Un ejemplo claro de este significado aparece en Génesis 9:23:
וַיִּקַּח שֵׁם וָיֶפֶת אֶת־הַשִּׂמְלָה וַיָּשִׂימוּ עַל־שְׁכֶם שְׁנֵיהֶם
(Vaiqáj Shem vaIéfet et-hasimlá vaiásimu al-shekém shnehém), que se traduce como «Y tomó Sem y Jafet la prenda y la pusieron sobre los hombros de ambos». Aquí, el שְׁכֶם representa literalmente los hombros donde se coloca la carga.

Volviendo a Josué 8, cuando se dice que וַיַּשְׁכֵּם יְהוֹשֻׁעַ בַּבֹּקֶר (vaiashkém Iehoshúa babóqer), el texto, contextualmente, indica que Josué se despertó temprano, y que estaba listo para asumir la carga del liderazgo. Este verbo transmite la imagen de alguien que, desde el amanecer, toma sobre sí mismo la responsabilidad de la misión.

Por lo tanto, וַיַּשְׁכֵּם no es un verbo neutro, sino una expresión que transmite la idea de prontitud, diligencia y compromiso.


En Josué 8:15 se nos cuenta cómo Josué y sus tropas simulan una retirada, fingen una derrota frente a los defensores de la ciudad de Ay. El relato nos dice que «fueron golpeados y huyeron hacia el desierto» (וַיִּנָּגְעוּ… וַיָּנֻסוּ). Claro, nosotros sabemos que esta derrota es ficticia, pero el texto lo presenta como si estuviese ocurriendo de verdad, y esto genera un efecto narrativo interesante.

Con este tipo de recurso narrativo, donde los eventos se describen con el lenguaje que describe una derrota, sin explicar de inmediato que se trata de una estrategia, el lector experimenta lo que sucede, de la misma forma que los personajes en la ciudad de Ai: creen que han logrado hacer huir a los israelitas. Los verbos que se usan aquí mantienen esa ilusión:

  • וַיִּנָּגְעוּ (vaináge’u), que significa «fueron golpeados», indica que los israelitas sufrieron daños en combate.
  • וַיָּנֻסוּ (vaiánusu), «huyeron», transmite la idea de un escape rápido y desorganizado.

Estos términos, en otro contexto, describirían una derrota genuina. Pero aquí el texto los usa para engañar no solo a los personajes, sino también al lector o al oyente. Durante unos momentos, no sabemos si es una verdadera retirada o una táctica. La narrativa crea suspenso, ya que seguimos el relato como si la derrota fuera real, hasta que más adelante se revela que todo era parte de un plan estratégico: atraer a los defensores de Ai fuera de su ciudad para luego rodearlos y tomar el control del lugar.


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