Introducción al análisis del Evangelio de Juan 1:1-4
El texto de Juan 1:1-4 ha permanecido oculto bajo la influencia del dogma y la tradición durante siglos. Este análisis busca revelar el mensaje original del pasaje mediante herramientas académicas basadas en el griego y el hebreo.
El objetivo de este estudio es aclarar el mensaje original del Evangelio de Juan en su contexto hebreo. Se propone eliminar las distorsiones provocadas por tradiciones y prejuicios culturales, y rescatar la esencia del texto para ofrecer una interpretación fiel a sus raíces.
Este análisis no tiene vínculos con movimientos mesiánicos que adoptan elementos judaicos mientras perpetúan dogmas cristianos bajo una apariencia judía. La perspectiva de este estudio es académica y crítica. Además, aunque somos conscientes de la verdadera identidad del autor del Evangelio de Juan, aquí se mantiene la nomenclatura tradicional para facilitar la comprensión.
La cuarteta en Juan 1:1-2
Juan 1:1-2 contiene una cuarteta estructurada que ha pasado desapercibida debido a la versificación tradicional.
CUARTETA DE JUAN 1: 1-2 | |
Griego | Fonética |
1. Ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ λόγος 2. καὶ ὁ λόγος ἦν πρὸς τὸν θεόν 3. καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος 4. οὗτος ἦν ἐν ἀρχῇ πρὸς τὸν θεόν | 1. En arje en ho logos 2. Kai ho logos en pros ton Theon 3. Kai theos en ho logos 4. Outos en en arje pros ton Theon |
La cuarteta de Juan 1:1-2 posee una estructura métrica y rítmica característica de la poesía hebrea. Cada verso sigue un patrón definido en el número de palabras:
- Cinco palabras.
- Siete palabras.
- Cinco palabras.
- Siete palabras.
El uso del término griego «kai» (καὶ) al inicio de cada frase refleja la estructura y el pensamiento hebreo del autor. «Kai» funciona como una representación directa de la conjunción hebrea «vav» (וְ), ampliamente utilizada en textos bíblicos.
Juan 1:1-2 (Griego) | Génesis 1:1-2 (Hebreo) |
Ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ λόγος | בְּרֵאשִׁית בָּרָא אֱלֹהִים אֵת הַשָּׁמַיִם |
καὶ ὁ λόγος ἦν πρὸς τὸν θεόν | וְאֵת הָאָרֶץ וְהָאָרֶץ הָיְתָה |
καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος | תֹהוּ וָבֹהוּ וְחֹשֶׁךְ עַל-פְּנֵי |
οὗτος ἦν ἐν ἀρχῇ πρὸς τὸν θεόν | תְהוֹם וְרוּחַ אֱלֹהִים מְרַחֶפֶת עַל-פְּנֵי הַמָּיִם |
Juan 1 y Génesis 1
La introducción del Evangelio atribuido a Juan alude directamente al Génesis. Para analizar este vínculo, es necesario examinar las palabras en su idioma original: en griego, “ἀρχή” (arjé), y en hebreo, “בְּרֵאשִׁית» (bereshit).
La palabra hebrea “bereshit” se emplea en contextos que evocan comienzos trascendentales. En su traducción al griego como “arjé”, pierde parte de su singularidad, lo que transforma la introducción en un mensaje que, aunque poderoso, no refleja por completo la intención original del autor.
El texto griego de Juan 1:1-2 contiene la percepción del autor, concebida en hebreo. Este idioma impregna cada aspecto del pensamiento y la cosmovisión del escritor. Como Moisés construyó el Tabernáculo según el modelo celestial (Hebreos 8:5), el evangelio de Juan representa una estructura literaria basada en un diseño divino: el mensaje original en hebreo.
Desentrañar este mensaje exige apartar cualquier velo que oculte la esencia hebrea del texto y recuperar la luz y el significado pleno de cada palabra.
La palabra בְּרֵאשִׁית (bereshit)
La palabra “bereshit” aparece en cinco ocasiones en la Biblia hebrea. Aunque su uso más conocido se encuentra en el primer versículo de la Torá, las demás ocurrencias están en el libro de Jeremías.
Pasaje | Texto |
Génesis 1:1 | En el principio, Dios creó los cielos y la tierra. |
Jeremías 26:1 | En el principio del reinado de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá. |
Jeremías 27:1 | En el principio del reinado de Sedequías, hijo de Josías, rey de Judá. |
Jeremías 28:1 | En el principio del reinado de Sedequías, hijo de Josías, rey de Judá. |
Jeremías 49:34 | En el principio del reinado de Sedequías, hijo de Josías, rey de Judá. |
Cada uso de “bereshit” marca un punto de partida trascendental, lo que en Juan 1:1 comunica un comienzo que relaciona la creación con la inauguración de una nueva era, la era mesiánica.
El número seis y su vínculo con el Mashíaj
El término “bereshit” aparece seis veces, si se toma en cuenta la referencia en Juan 1:1. Este número tiene un simbolismo relevante en la tradición judía, pues representa los seis días de la creación y la preparación para el Shabat. También se asocia con la sefirá Tiféret, que simboliza armonía, belleza y compasión, atributos vinculados con el Mashíaj como agente de redención y restauración.
La previsión divina en la cosmovisión hebrea
El concepto de preexistencia, según la cosmovisión hebrea, no implica una existencia literal previa, sino la previsión divina de soluciones y planes antes de su manifestación.
El verbo ἦν (en) en Juan 1:1 resalta este aspecto cuando se compara con el verbo הָיָה (haiáh) en hebreo, que transmite un sentido más profundo de continuidad y propósito.
El Midrash de Bereshit Rabbah 1:4 explica que seis elementos precedieron la creación: la Torá, el Trono de Gloria, los Patriarcas, Israel, el Templo y el nombre del Mesías. Este último se vincula con Salmos 72:17: “Que su nombre exista para siempre”.
Este enfoque hebreo muestra que la preexistencia del Mesías no se refiere a una existencia literal, sino al plan divino establecido desde antes de la creación.
Así, Juan 1:1 destaca el papel central del Mesías en el propósito redentor de Dios.
Revelación del Logos desde una perspectiva hebrea
El concepto de “Logos” en el primer versículo del Evangelio de Juan plantea uno de los desafíos más complejos en su interpretación. Intentar entenderlo desde la filosofía griega ha generado confusión y errores. Este análisis busca esclarecer su significado desde la perspectiva hebrea, profundamente enraizada en la tradición judía y en su cosmovisión.
Buscar el significado de λόγος (Logos) en la filosofía griega distorsiona la intención original del autor. La elección de esta palabra fue una necesidad impuesta por el idioma griego, aunque su visión se centraba en la figura hebrea del משיח (Mashíaj).
Algunos movimientos mesiánicos, al traducir λόγος (Logos) como דבר (Davar), caen en el error de superficialidad. Esta sustitución desconoce las diferencias conceptuales entre דבר (Davar) y מאמר (Ma’amar), fundamentales para comprender la perspectiva hebrea del texto.
Sabiduría del Pirkei Avot y los diez Ma’amarot
La Mishná 5:1 del פרקי אבות (Pirkei Avot) proporciona un marco clave para entender el Logos en términos hebreos. Enseña que el mundo fue creado mediante diez מאמרות (Ma’amarot), no diez דברים (Devarim):
«Con diez ma’amarot se creó el mundo. Esto enseña que los justos, al mantener el mundo creado con diez ma’amarot, recibirán una recompensa, mientras que los malvados serán castigados por destruirlo».
Esta distinción refuerza la necesidad de abordar el concepto del Logos desde la creación y la cosmovisión hebreas, lejos de nociones externas.
Diferencias entre Logos, Davar y Ma’amar
- λόγος (Logos): Una palabra del griego utilizada por necesidad idiomática, pero sin la profundidad conceptual buscada por el autor.
- דבר (Davar): “Palabra” o “mensaje” en hebreo, común en las Escrituras, pero insuficiente para abarcar el significado del Logos.
- מאמר (Ma’amar): Expresiones de la voluntad de Dios que dieron origen al mundo, según el Pirkei Avot, y que reflejan con mayor precisión la visión hebrea del autor.
En la tradición judía, Dios comunicaba su voluntad mediante וַיְדַבֵּר (Vaiedaber), que representaba un flujo de luz divina incomprensible. Este flujo se transformaba en מאמר (Ma’amar) para ser accesible a la humanidad. En Juan 1:1, el autor presenta a Jesús como la Ma’amar de Dios, la expresión directa y tangible del mensaje de Dios.
Desde esta perspectiva, Jesús no es un intermediario, sino la comunicación perfecta del plan de Dios. Esta interpretación muestra que el autor no intenta conectar a Jesús con el concepto griego de Logos, sino revelarlo como la Ma’amar, la expresión plena de la voluntad de Dios.
Desentrañando las tensiones en Juan 1:3
El versículo 3 de Juan 1 se traduce comúnmente como:
“Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.
Sin embargo, esta no es una traducción literal, sino una interpretación sesgada que altera el significado del texto original. En griego se lee:
πάντα δι’ αὐτοῦ ἐγένετο καὶ χωρὶς αὐτοῦ ἐγένετο οὐδὲ ἕν ὃ γέγονεν
Panta di autou egéneto kai joris autou egéneto oude en ho génonen
Todo a través de él llegó a ser, y sin él no llegó a ser nada de lo que ha llegado a ser.
El análisis gramatical de este pasaje demuestra que el autor presenta a la Ma’amar (expresión de la voluntad divina) como un medio, no como el agente creador.
La traducción tradicional induce al lector a pensar que el Logos es el creador de todas las cosas, pero el texto original judeo-griego señala a la Ma’amar como vehículo, en consonancia con los versículos previos.
La luz que viene al mundo
En Juan 1:4 se afirma:
“En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.
Si sustituimos Logos por Ma’amar con fines de esclarecimiento, el versículo puede interpretarse de la siguiente forma:
«En la Ma’amar estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres».
Este entendimiento conecta el Evangelio de Juan con Isaías 42:5-6:
“Así ha dicho el Eterno, el que creó los cielos y los extendió, el que extendió la tierra y lo que de ella sale, el que da aliento a los pueblos que están sobre ella y espíritu a los que andan por ella: Yo, el Eterno, te he llamado en justicia, he asido tu mano, te he guardado y te he puesto por pacto de los pueblos, por luz de las naciones”.
Diversas fuentes rabínicas ofrecen claves para entender este tema:
- Berajot 39a:
“Que los justos se regocijen en la reconstrucción de Tu ciudad, en el establecimiento de Tu Templo y en la luz resplandeciente del hijo de Isaí, Tu Mashíaj”. - Midrash Bereshit Rabbah 1:6:
El rabino Abba Srungia dijo: “La luz mora con Él: esto es el Mesías, como dice (Isaías 60:1): ‘Levántate, resplandece, que ha llegado tu luz’”. - Midrash Tanjumá, Terumá 7:1:
“El Santo, bendito sea, dijo: Aunque hayas sufrido bajo cuatro reinos arrogantes, te traeré la salvación de en medio de la servidumbre. Como está escrito: ‘El aceite para la luz’ (Éxodo 25:6). Esto se refiere al Mesías, como está dicho: ‘Allí haré que brote un cuerno para David; allí he ordenado una lámpara para Mi Mashíaj’ (Salmos 132:17)”.
Estas referencias permiten entender Juan 1:1-4 desde la perspectiva hebrea. Liberarnos de interpretaciones dogmáticas ofrece una visión más coherente, donde el texto refuerza la figura del Mashíaj como el vehículo de la voluntad divina y luz de las naciones.
En este análisis, se expone una interpretación que restaura el contexto hebreo original, y se descartan visiones impuestas por la tradición. Además, se roporciona una perspectiva más rica y precisa del significado del texto.
¿El Verbo era Dios?
El versículo «καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος» (kai theos en ho logos) ha sido objeto de debate entre eruditos y teólogos durante siglos. El autor judío, al escribir este pasaje, empleó gramática hebrea con letras griegas, y creó una estructura compleja que fusiona dos mundos lingüísticos.
Muchos intérpretes han tratado de explicar la aparente falta de artículo antes de theos, lo que ha dado lugar a reglas gramaticales artificiales y teorías contradictorias. Sin embargo, al reconocer que la gramática subyacente es hebrea, y no griega, se comprende el verdadero significado del pasaje.
La cuarteta de Juan 1
Ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ λόγος
καὶ ὁ λόγος ἦν πρὸς τὸν θεόν
καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος
οὗτος ἦν ἐν ἀρχῇ πρὸς τὸν θεόν
El uso del artículo definido ὁ (ho) en ὁ λόγος y τὸν (ton) en τὸν θεόν indica precisión en su función gramatical. Sin embargo, en καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος, theos carece de artículo, lo que ha llevado a interpretaciones variadas y conflictivas.
A lo largo de la historia, se han propuesto diferentes traducciones para evitar contradecir dogmas:
- “Y Dios era el Verbo”.
- “Y lo que Dios era, lo era también el Verbo”.
- “Y el Verbo era un dios” (propuesta de los testigos de Jehová).
Estas interpretaciones, aunque ingeniosas, no logran capturar el sentido original del pasaje cuando se analiza desde la perspectiva hebrea.
La palabra griega theos, que suele traducirse como “Dios”, no transmite toda la profundidad de la palabra hebrea אֱלֹהִים (Elohim). Muchos asumen erróneamente que Elohim es equivalente a “Dios”, pero su significado en hebreo es más versátil.
En hebreo, Elohim designa poder o autoridad. Es un término plural que puede tener diferentes funciones gramaticales según el contexto:
- Plural numérico: Indica múltiples seres poderosos.
- Plural intensivo: Expresa la idea de “gran poder” o “suprema autoridad”.
- Sustantivo-nombre: Designa a Dios como ser supremo.
- Sustantivo-adjetivo: Añade cualidades divinas a un objeto o persona.
Ejemplos de Elohim en el Tanaj
- Salmo 82:6:
“אָנִי אָמַרְתִּי אֱלֹהִים אַתֶּם” (Ani amarti elohim atem).
“Yo dije: Ustedes son jueces”.
Aquí, Elohim describe a los jueces como instrumentos de la justicia divina, no como seres divinos. - Salmo 45:6:
“כִּסְאֲךָ אֱלֹהִים” (Kisaja Elohim).
“Tu trono es divino”.
Este versículo declara la conexión entre la autoridad terrenal del trono y su cualidad divina, sin identificar el trono como Dios.
Relevancia en Juan 1:1
Al aplicar este marco conceptual, theos en Juan 1:1 se entiende mejor como una referencia a una cualidad divina, no como una declaración de identidad absoluta.
Esto está en consonancia con el uso hebreo de Elohim para describir poder o majestuosidad sin implicar la “esencia” de Dios mismo.
Cuando el Logos viste ropajes griegos
El procedimiento teológico tradicional ha recurrido a la filosofía helénica para interpretar el concepto del Logos.
Ese enfoque ha revestido al Logos hebreo (Ma’amar) con características propias de un semidiós de la mitología griega.
El artículo definido en Juan 1:1
El versículo «καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος» ha sido motivo de debate por la aparente ausencia del artículo definido en theos. Sin embargo, la gramática hebrea enseña que en este caso no es necesario, ya que theos actúa como un sustantivo-adjetivo.
El Evangelio de Juan, aunque escrito en griego, conserva intacta su esencia hebrea. Fue concebido dentro de la cultura y cosmovisión hebreas, con expresiones y estructuras propias de esta tradición.
La tradición cristiana ha interpretado al Logos como “el Verbo” y lo ha identificado directamente con Dios.
El Logos como expresión de la voluntad de Dios
- La Ma’amar
El Logos, identificado con la Ma’amar (מַאֲמָר), es una expresión de la voluntad divina. Según 1 Corintios 8:6, todas las cosas proceden de un solo Dios. La Ma’amar, como mensaje directo de Dios, posee una cualidad divina, pero no es Dios. - La preeminencia del Logos
El Logos ocupa un lugar destacado entre las manifestaciones divinas porque fue concebido como respuesta desde antes de la creación del mundo. Según la tradición rabínica, el Mashíaj es parte de esta respuesta divina, lo que conecta directamente al Logos con la misión de transmitir la voluntad de Dios al universo creado.
A la luz de este análisis, presentamos una traducción que respeta la perspectiva hebrea del autor:
En el principio era la expresión,
y la expresión era hacia Dios,
y divina era la expresión.
Esta era en el principio hacia Dios.
Todas las cosas por medio de ella llegaron a ser,
y sin ella nada de lo que ha sido hecho llegó a ser.
En ella estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
Ma’amar en la Tradición Judía: Salmo 119
El Salmo 119 utiliza la raíz hebrea אָמַר (amar), traducida en este contexto como “promesa”, para resaltar la fidelidad de Dios y Su compromiso con Su pueblo.
Esta raíz, estrechamente vinculada a מַאֲמָר (ma’amar), proporciona una comprensión profunda del concepto de promesa divina en la tradición judía. Algunos ejemplos en el Salmo 119 incluyen:
- Versículo 11: “En mi corazón atesoro Tu promesa, por eso no peco contra Ti”.
- Versículo 38: “Cumple Tu promesa a Tu siervo, que es para los que Te adoran”.
- Versículo 41: “Que me alcance Tu amor inquebrantable, oh Eterno, Tu liberación, como lo has prometido”.
- Versículo 50: “Este es mi consuelo en mi aflicción, que Tu promesa me ha preservado”.
- Versículo 58: “Te lo he implorado de todo corazón; ten piedad de mí, conforme a Tu promesa”.
- Versículo 76: “Que Tu amor inquebrantable me consuele de acuerdo con Tu promesa a Tu siervo”.
- Versículo 82: “Mis ojos suspiran por Tu promesa; digo: ‘¿Cuándo me consolarás?’”.
Ma’amar: el vínculo entre Dios y Su pueblo
El uso repetido de אָמַר para referirse a la “promesa” en el Salmo 119 resalta la importancia que la tradición judía otorga a la מַאֲמָר (ma’amar) como una expresión de compromiso y fidelidad.
El término מַאֲמָר (ma’amar) representa tanto la autoridad como la fidelidad de Dios al revelar Su voluntad y propósito.
En la tradición judía, el Mashíaj (Mesías) es la culminación de la promesa divina. Representa la restauración de la justicia y la paz, así como el establecimiento de un reino eterno donde prevalecen la verdad y la rectitud. En este contexto, el Mashíaj es la encarnación más excelsa de la fidelidad divina.
La intersección entre Ma’amar y Mashíaj en Juan 1
En el Evangelio de Juan, el Logos, identificado con la Ma’amar, actúa como el medio por el cual Dios comunica Su voluntad. Esta Ma’amar de Dios se concreta en la figura de Jesús, el Mashíaj, quien inaugura una nueva era en la relación entre Dios y Su creación.
“El Logos fue hecho carne y puso su tienda entre nosotros” (Juan 1:14).
Jesús como la ma’amar; representa el cumplimiento de la promesa divina.La expresión “fue hecho carne” es un semitismo que comunica la concreción de un anhelo, de una promesa, de un plan previsto.
En Juan 1:5, el verbo καταλαμβάνω (katalambano) tiene un matiz semántico que hace crucial su análisis para una traducción precisa. La raíz del verbo combina κατά (kata), que implica una acción hacia abajo o completamente, con λαμβάνω (lambano), que significa «agarrar» o «tomar». Este verbo se utiliza en el Nuevo Testamento con dos sentidos principales: uno físico o violento, como «apoderarse» o «dominar» (Marcos 9:18, Juan 8:3), y otro intelectual, como «comprender» o «captar» (Hechos 10:34, Efesios 3:18). En ambos casos, existe un matiz de apropiación o asimilación.
En Juan 1:5, el verbo κατέλαβεν (katelaben) se emplea en un contexto que establece un contraste entre la luz y las tinieblas. El texto afirma que las tinieblas «no katelaben la luz». Traducir esto como «prevalecer» en lugar de «comprenderla» desvía la atención del enfoque del versículo.
Mientras que «prevalecer» describe un escenario de lucha de poder, el uso de κατέλαβεν (katelaben) aquí resalta que las tinieblas no logran comprender, aprehender ni asimilar la luz. Este sentido es consistente con el uso del verbo en otros pasajes donde implica un proceso de deducción o aprehensión intelectual, como en Hechos 10:34, donde Pedro «deduce» la imparcialidad de Dios.
El contraste en Juan 1:5 no trata de un enfrentamiento de fuerzas iguales, sino de la imposibilidad de las tinieblas de captar la naturaleza transformadora y trascendente de la luz verdadera.
Elegir «comprenderla» como traducción conserva el sentido del texto, mientras que «prevalecer» introduce una noción de conflicto que desnaturaliza la dirección del mensaje.
En Juan 1:9, la frase ἐρχόμενον εἰς τὸν κόσμον (erjómenon eis ton kósmon) emplea el participio presente medio/pasivo del verbo ἔρχομαι (érjomai), que significa «venir» o «llegar». Este participio indica una acción en curso. Es decir, destaca el carácter dinámico y no culminado del proceso descrito. La frase, traducible como «que viene al mundo», describe un movimiento continuo hacia el objetivo, en este caso, el acto de nacer.
El autor judío establece una conexión entre esta idea y el simbolismo de la luz, que en la tradición judía encuentra un eco en la Fiesta de las Luces o Janucá, mencionada en el mismo evangelio (Juan 10:22) como «la fiesta de la Dedicación». En esta festividad, la luz representa el milagro de la providencia.
En Juan 1:14, la frase σὰρξ ἐγένετο («sarx egeneto», «carne fue hecho») es un semitismo que conunica una concreción tangible de algo previamente planeado o esperado. Este uso encaja con la tradición hebrea donde conceptos abstractos o promesas divinas se describen como «hechos» o «realizados» en términos físicos y concretos. El verbo ἐγένετο (egeneto), derivado de γίνομαι (ginomai), indica un cambio de estado, de latente o potencial, a concreto.
En Juan 1:14, el uso del término ἐσκήνωσεν (eskenosen), que literalmente significa «puso su tienda» o «habitó en tienda», contiene un simbolismo arraigado en la tradición judía. Esta expresión evoca la práctica de habitar en una suká (tienda o cabaña temporal) durante la fiesta de Sukot, conforme al mandamiento en la Torá (Levítico 23:42-43), y conecta el nacimiento de Jesús con un evento cargado de significados redentores y mesiánicos en el calendario hebreo.
En Juan 1:9, el autor ya había vinculado la concepción de Jesús con la fiesta de Janucá, conocida como la «Fiesta de las Luces», que ocurre el 25 de Kislev. Dado que entre Janucá y Sucot transcurren 40 semanas, el autor entrelaza estas fechas relevantes para situar el nacimiento de Jesús en el contexto simbólico de Sukot. Esto pone a Jesús en consonancia con el calendario hebreo, y resalta el cumplimiento de las expectativas mesiánicas en un marco cronológico que integra la tradición judía.
Sukot, celebrada en el mes de Tishré, tiene una fuerte connotación redentora. Según la tradición judía, Tishré es el mes de la redención futura de Israel, como se expone en el Talmud, Rosh Hashaná 11a: «En Rosh Hashaná cesó el trabajo de nuestros padres en Egipto; en Nisán fueron redimidos, y en Tishré serán redimidos en el futuro» (בְּרֹאשׁ הַשָּׁנָה בָּטְלָה עֲבוֹדָה מֵאֲבוֹתֵינוּ בְּמִצְרַיִם, בְּנִיסָן נִגְאֲלוּ, בְּתִשְׁרִי עֲתִידִין לִיגָּאֵל).
Este trasfondo refuerza la conexión entre el nacimiento de Jesús y el simbolismo de Sukot, y presenta a Jesús como el cumplimiento de las promesas de redención, al ubicarlo deliberadamente en el contexto de un evento que señala el inicio de la redención.
En Juan 1:18, el término μονογενὴς (monogenés) proviene de μόνος (mónos), que significa «único» o «solo», y γένος (génos), que alude a «linaje» o «tipo». Aunque su traducción literal es «unigénito», en el contexto judeo-griego no implica exclusividad en el número de hijos, sino un énfasis en la relación de predilección o especialidad.
En el uso bíblico, particularmente en la “Septuaginta”, μονογενὴς aparece en pasajes como Salmo 21:21 y Salmo 34:17, donde no designa una relación filial, sino un concepto de singularidad o valor preciado. En estos textos, el término se traduce como “mi preciosa vida” (ψυχή μου ἡ μονογενής).
En el uso judío, la expresión μονογενὴς (monogenés) se emplea como equivalente del hebreo יָחִיד (yajid). יָחִיד se emplea en contextos donde la predilección o singularidad emocional es preponderante, como en Génesis 22:2, cuando Dios ordena a Abraham que ofrezca a «יְחִידְךָ» (iejidjá), término que se aplica a Isaac, aunque Abraham ya tenía a Ismael como hijo. El uso del término no pretende que Isaac sea el único hijo, sino que es el más querido o especial.
En Juan 1:18, este matiz de predilección permite comprender que el término μονογενὴς, aplicado a Jesús, no se refiere a una exclusividad, sino una relación única y especial con el Padre.
En Juan 1:47, la expresión ἀληθῶς Ἰσραηλίτης (alethos Israelites), traducida como «verdadero israelita», es un semitismo que refleja un uso idiomático arraigado en las Escrituras Hebreas y en las tradiciones del Segundo Templo. El adverbio ἀληθῶς (alethos) no se emplea en un sentido étnico, sino en un sentido ético.
El trasfondo se conecta con pasajes como 1 Reyes 5:5 y Miqueas 4:3-4, que destacan la paz y la sabiduría como características ideales del pueblo de Israel. En Miqueas 4:4, la mención de sentarse «debajo de su vid y debajo de su higuera» se interpreta como un símbolo de seguridad, estudio y esperanza mesiánica. Durante la época del Segundo Templo, la imagen de estudiar la Torá bajo una higuera adquirió un matiz espiritual asociado con la preparación para la redención.
Los que se dedicaban al estudio de la Torá en este contexto, como una expresión de compromiso auténtico con la piedad y la esperanza mesiánica, eran vistos como «verdaderos israelitas».
En Juan 1:48, la expresión Ἐγὼ εἶδόν σε (egó eídon se), «Yo te vi», no indica que Jesús haya visto a Natanael inmediatamente antes de que Felipe lo llamara. El verbo εἶδον (eídon), en aoristo, señala una acción pasada sin precisar su momento exacto.
La referencia apunta a un conocimiento previo de Natanael, vinculado con la práctica común en el período del Segundo Templo de estudiar Torá bajo una higuera.
Jesús ha visto a Natanel, lo conoce y tiene identificado como un “verdadero israelita”; es decir, un judío que efectúa la práctica de estudiar la Torá debajo de una higuera.
En Juan 1:49, la declaración «Tú eres el hijo de Dios; tú eres el rey de Israel» expresa una correlación coherente dentro del marco lingüístico y conceptual de la cosmovisión judía de la época.
En este contexto, «hijo de Dios» no tiene las connotaciones cristológicas desarrolladas en el siglo II en un entorno ajeno a lo judío, sino que se relaciona directamente con la tradición judía con relación a la realeza davídica y el cumplimiento de las promesas de Dios a Israel.
- 2 Samuel 7:14: «Yo le seré por padre, y él me será por hijo».
- Salmo 2:7: «Yo publicaré el decreto: El Etenro me ha dicho: Mi hijo eres tú; yo te designé hoy».
- 1 Crónicas 17:13: «Yo le seré por padre, y él me será por hijo».