Marcos 8:12: La expresión ἀναστενάξας (anastenaxas) proviene del verbo ἀναστενάζω (anastenazo), que combina el prefijo ἀνα- (intensificación o hacia arriba) con στενάζω (emitir un sonido de pesar, frustración o aflicción). Este verbo no describe meramente un acto físico (como suspirar o gemir), sino una manifestación emocional audible que refleja una reacción profunda, interna.
Por qué no «suspirar» o «gemir»
- «Gemir»: Aunque el verbo στενάζω puede implicar lamentos, el contexto de Marcos 8:12 no sugiere dolor físico ni placer. Más bien, muestra una respuesta emocional—un sentido de exasperación o irritación hacia la incredulidad. Traducirlo como «gemir» es inadecuado porque asocia el acto con situaciones de aflicción que no encajan en esta escena.
- «Suspirar»: Aunque puede transmitir tristeza o resignación, tampoco es totalmente adecuado. Suspira quien está cansado o melancólico, pero el tono del pasaje es más enérgico; la reacción de Jesús no es de pasividad ni de lamento silencioso, sino de una exhalación audible que expresa irritación o hartazgo.
Interpretación semántica
El verbo ἀναστενάζω (anastenazo) describe una reacción sonora que combina emoción y fisicalidad, indica algo audible y notorio. Aquí, el contexto exige una traducción que grafique mejor la escena: una respuesta clara y audible de frustración interna que se exterioriza mediante una exhalación sonora.
Propuesta interpretativa
En lugar de optar por términos como «suspirar» o «gemir», que pueden ser imprecisos, una traducción interpretativa más precisa podría ser:
- «Emitió una exhalación audible».
- «Exhaló profundamente, dejando oír su frustración».
Estas opciones reflejan el carácter audible del acto descrito por ἀναστενάξας (anastenaxas), y suplen mejor la necesidad de interpretar el gesto emocional para transmitir su fuerza en este contexto.
Marcos 8:17: El verbo πωρόω (poroo) está arraigado en una red etimológica y conceptual que ilustra el proceso de insensibilización que afecta al «corazón».
Este término encuentra su origen en πειρω (peiro), que significa «atravesar». Aunque este verbo no aparece en el Nuevo Testamento, su influencia se manifiesta en palabras derivadas que capturan una transformación que va más allá de lo físico, hacia lo moral.
De πειρω se deriva el sustantivo πωρος (poros), cuya raíz parece indicar un tipo de piedra, quizás utilizado de manera colectiva para referirse a materiales duros o resistentes. La ausencia de este término en el corpus del Nuevo Testamento podría indicar que su uso se limitaba a contextos específicos, como industriales.
Para el autor de este comentario, el origen de esta palabra podría ser semítico. En este contexto, cabe la posibilidad de relacionarlo con el verbo hebreo פרר (parar), que significa «partir», «dividir», y, en algunos casos, «expandir». Esta conexión, aunque indirecta, puede revelar un puente entre las imágenes de endurecimiento y fragmentación.
En Marcos 8:17, πωρόω describe un proceso de «petrificación» del corazón, una metáfora que retrata cómo una capa endurecida se forma gradualmente alrededor del núcleo espiritual de una persona. Este endurecimiento no es un evento instantáneo, sino un deterioro progresivo de la sensibilidad, hasta que el corazón queda «envuelto» en una especie de capa impenetrable, comparable a la piedra.
El sustantivo relacionado, πωρωσις (porosis) aparece en contextos específicos del Nuevo Testamento, como en Marcos 3:5, Romanos 11:25 y Efesios 4:18, donde describe una condición de endurecimiento extremo que es, a menudo, atribuida a una resistencia persistente a la verdad.
En Marcos 3:5, πωρωσις caracteriza la dureza del corazón de los fariseos, quienes permanecen inflexibles y cegados. En Romanos 11:25, este término se utiliza para señalar un endurecimiento parcial y temporal de Israel. En Efesios 4:18, se describe un estado de alienación causado por la ignorancia.