Mateo 3:1 – βαπτιστής (baptistés)
La palabra βαπτιστής (baptistés) proviene del verbo βαπτίζω (baptízo), que significa ‘sumergir’ o ‘inmersar’.
Desde una perspectiva hebrea, el acto de inmersión se vincula estrechamente con los rituales de purificación, como la mikvé, un baño ritual utilizado para alcanzar un estado de pureza ritual (tahará). Este acto simboliza la transición desde un estado de impureza (tum’á) a pureza, esencial para participar en los eventos sagrados del calendario hebreo.
En el contexto del Nuevo Testamento, Juan actúa como el «inmersor», lo que refleja un rol sacerdotal que legítimamente le corresponde, ya que, según tradiciones externas (Lucas 1:5), Juan es considerado descendiente de una línea sacerdotal legítima (zéra kehunah).
El momento en que esto ocurre, los días previos al Yom Kippur, es crucial. Estos días, conocidos como los «Diez Días de Arrepentimiento» (Aseret Yemei Teshuvá), son un tiempo de introspección y arrepentimiento en la cosmovisión hebrea. La inmersión masiva de Juan purifica ritualmente, y prepara a las multitudes para el juicio y la expiación que culmina en Yom Kippur, el Día de la Expiación.
Por tanto, el título βαπτιστής, «el inmersor», resalta la acción literal de sumergir, y también su función simbólica dentro del contexto cultural hebreo: un llamado a la purificación y al arrepentimiento colectivo como preparación.
Mateo 3:3 – Φωνὴ βοῶντος (Fone boontos)
La estructura del texto indica claramente que el acto de clamar no ocurre en el desierto. El participio «βοῶντος» (boontos, «clamando») describe la acción de la voz, mientras que el contenido del clamor es lo que sigue: «Ἐν τῇ ἐρήμῳ ἑτοιμάσατε τὴν ὁδὸν Κυρίου, εὐθείας ποιεῖτε τὰς τρίβους αὐτοῦ» (En te eremo etoimasate ten hodon Kyriou, eutheias poieite tas tribous autou, «En el desierto preparen el camino del Señor, rectos hagan los senderos de él»).
Estructura gramatical:
- «Φωνὴ βοῶντος» (Fone boontos, «Voz de uno clamando»):
Aquí, el sustantivo «Φωνὴ» (Fone, «voz») actúa como el sujeto, y el participio genitivo «βοῶντος» (boontos, «clamando») califica la voz. No se especifica dónde está clamando la voz, sino que introduce el mensaje que esta proclama. - «Ἐν τῇ ἐρήμῳ» (En te eremo, «En el desierto»):
Esta frase preposicional es parte del contenido del mensaje proclamado por la voz. No describe la ubicación de la voz, sino que se refiere al lugar donde debe prepararse el camino. - «Ἑτοιμάσατε τὴν ὁδὸν Κυρίου, εὐθείας ποιεῖτε τὰς τρίβους αὐτοῦ» (Etoimasate ten hodon Kyriou, eutheias poieite tas tribous autou, «Preparen el camino del Señor, rectos hagan los senderos de él»):
El mensaje consta de dos imperativos paralelos: «preparen» y «hagan rectos», que son instrucciones dirigidas al oyente.
El quiasmo en el texto:
El quiasmo organiza los elementos del mensaje de forma simétrica:
- «En el desierto» (lugar) corresponde a «los senderos» (el objetivo a enderezar).
- «Preparen» (mandato inicial) corresponde a «hagan rectos» (mandato final).
Esta disposición especifica que el desierto es el lugar de la acción: es allí donde se debe preparar el camino del Señor y enderezar los senderos.
Relación entre Juan y Jesús:
Juan, identificado como la voz, proclama el mensaje que anuncia la llegada de Jesús, quien realiza la preparación activa del camino para Dios. El texto, por tanto, no implica que Juan sea quien prepara el camino, sino que él anuncia la acción que Jesús llevará a cabo.
Mateo 3:6 – ἐν τῷ Ἰορδάνῃ ποταμῷ (en to Iordane potamo, «en el río Jordán»)
En la cosmovisión hebrea, los cuerpos de agua naturales son designados como mikvaot (plural de mikvé), y son considerados aptos para las inmersiones rituales que permiten alcanzar un estado de pureza (tahará). El término mikvé tiene su origen en Génesis 1:10, donde la «reunión de las aguas» (mikvé hamayim) es nombrada así en el contexto de la creación.
Durante el período del Segundo Templo, se desarrolló un sistema para canalizar aguas naturales hacia recintos específicamente diseñados para el baño ritual, o para almacenar agua de lluvia. Estos espacios eran particularmente útiles en áreas urbanas y accesibles para quienes tenían los recursos económicos necesarios. Sin embargo, para quienes no podían acceder a estos recintos, los ríos y otras fuentes naturales de agua servían como alternativas válidas y tradicionales, de acuerdo con las leyes de pureza ritual.
El río Jordán en este contexto:
El río Jordán, como cuerpo de agua natural, se presenta aquí como una mikvé de accesibilidad universal para un acto colectivo de purificación. La referencia a la inmersión «en el río Jordán» evidencia la adecuación ritual de este lugar, y su simbolismo histórico en la tradición hebrea, como el río que marcó la entrada del pueblo de Israel en la tierra prometida (Josué 3-4).
Este uso del Jordán conecta las inmersiones realizadas por Juan con una práctica ritual antigua, adaptada a un contexto público y accesible a personas de todas las condiciones sociales. En este marco, el acto de inmersión se asocia con la purificación personal, y también con un llamado simbólico a la renovación y preparación colectiva, dentro de los parámetros de la tradición hebrea.
Mateo 3:17 – Φωνὴ ἐκ τῶν οὐρανῶν (Fone ek ton ouranon, «Una voz de los cielos»)
En la tradición hebrea, la expresión bat qol (בת קול, literalmente «hija de voz») se refiere a una manifestación divina que consiste en una voz audible procedente del cielo. Este concepto aparece en la literatura rabínica como un medio de comunicación sobrenatural de Dios con los seres humanos, particularmente en ausencia de profecía directa, tras el cierre del período profético clásico.
Uso en el Talmud:
El bat qol es descrito en el Talmud como una voz que actúa como un designador divino, cuyos juicios o confirmaciones no pueden ser desafiados. Por ejemplo:
- En Berajot 3a, se relata que una bat qol proclama los méritos de ciertos individuos.
- En Baba Metzia 59b, durante la famosa discusión entre R. Eliezer y los rabinos, una bat qol declara que la ley sigue la opinión de R. Eliezer.
Primera manifestación en el Monte Sinaí:
La tradición rabínica vincula la primera aparición de la bat qol con la entrega de la Torá en el Monte Sinaí. Durante ese evento, las palabras divinas fueron percibidas por todo el pueblo de Israel como una manifestación poderosa e ineludible, que estableció la soberanía y autoridad de la revelación divina. Aunque el evento en Sinaí no se describe directamente como un bat qol en las fuentes bíblicas, la literatura rabínica lo considera un precedente para esta forma de comunicación divina.
Autoridad de la bat qol:
La bat qol funciona como un «designador soberano» que no puede ser resistido. En este sentido, no es simplemente una proclamación, sino un acto performativo con poder absoluto para establecer la voluntad divina. Este concepto destaca la idea de que cuando Dios habla, Su palabra es irrevocable y efectiva.
En Mateo 3:17:
El episodio de Mateo 3:17 utiliza la idea de una «voz de los cielos» para señalar el cumplimiento de las promesas divinas hechas a David. Estas promesas, expresadas en textos como 2 Samuel 7:12-14, establecen que un descendiente por línea paterna de David sería considerado por Dios como «hijo», y Dios sería para él como «padre». En términos de bat qol, esta voz cumple la función de un designador soberano que declara de manera inequívoca esta relación especial entre el «hijo amado» y Dios, para confirmar su papel en el marco de estas promesas.
Este acto no debe ser asociado con desarrollos teológicos posteriores, como la doctrina de la consubstanciación o la idea de un hijo literal y biológico de Dios, conceptos ajenos a la cosmovisión hebrea en la que opera este texto. En cambio, el uso de la voz celestial en este contexto está enraizado en la noción de una relación pactal entre Dios y el descendiente de David, expresada mediante un lenguaje simbólico y performativo que refleja la elección soberana de Dios y su fidelidad al pacto davídico.
Este uso resuena con la tradición hebrea, al conectar la proclamación celestial con una práctica reconocida como vehículo de la voluntad soberana de Dios.