MATEO 4

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Satanás en la cosmovisión judía del Segundo Templo

La figura de Satanás (הַשָּׂטָן en hebreo, transliterado ha’Satán, “el acusador”) en la cosmovisión judía del periodo del Segundo Templo (aprox. 515 a. e. c. – 70 e. c.) presenta características más complejas que la noción de Satanás en otras tradiciones religiosas. Lejos de ser un ángel caído o un poder maligno autónomo, en la literatura judía, especialmente en el Talmud y en el Midrash —cuerpos de tradición oral y homilética posteriores a la época del Segundo Templo, pero que recogen interpretaciones e ideas con raíces en aquel período—, Satanás se entiende como un ángel al servicio de Dios que cumple tres funciones principales: tentador, acusador y ángel de la muerte. A continuación, se analizarán estas dimensiones, junto con algunas citas de fuentes tradicionales (Talmud y Midrash) que ilustran la personalidad multifacética de Satanás y su rol en la cosmovisión judía.


1. Antecedentes y fuentes textuales

La tradición judía distingue entre la Ley Escrita (Torá o Pentateuco) y la Ley Oral, compilada principalmente en la Mishná y la Guemará, las cuales forman el Talmud. Esta compilación combina halajá (ley) y agudá o aggadá (homilética, narraciones, reflexiones y enseñanzas éticas). Adicionalmente, el Midrash —otra fuente de comentarios sobre las Escrituras— amplía y desarrolla numerosos relatos.

La palabra hebrea satan (שָׂטָן) significa literalmente “acusador” o “adversario” y describe la labor de este ángel como fiscal en el tribunal celestial. Según varias tradiciones, este término se equipara también a la inclinación al mal, conocida como יֵצֶר הָרַע (iétzer hará). Tal concepción no describe a una entidad rebelde al Creador, sino a un ángel obediente que pone a prueba la rectitud de las personas.

El profesor Hershey H. Friedman y Steve Lipman, en “Satan the Accuser: Trickster in Talmudic and Midrashic Literature” (publicado en Thalia: Studies in Literary Humor, vol. 18, 1999), señalan que el Satanás descrito en las fuentes judías no es “un demonio aterrador que gobierna el infierno”, sino un ejecutor de diversas funciones, usualmente relacionadas con la tentación y la muerte.


2. El rol de “acusador” (Ha’Satán) y la inclinación al mal (ietzer hará)

En la literatura rabínica, se explica que Satanás (o el iétzer hará) intenta que la persona peque, y posteriormente actúa como su acusador ante Dios. Esta dialéctica quedó registrada en textos como:

  • Bava Bathra 16a:

“Satanás, el iétzer hará y el ángel de la muerte son la misma entidad.”
De ahí que sus distintos nombres reflejen facetas de un mismo ángel.

  • Sucá 52a:

“En el futuro, Dios traerá al iétzer hará y lo degollará ante los justos y los malvados. Para los justos, parecerá una montaña enorme; para los malvados, un cabello fino…”
De esta cita se desprende la idea de que vencer la tentación del iétzer hará es tanto un enorme desafío como una empresa factible, dependiendo de la perspectiva de cada persona.

Asimismo, el Talmud sostiene que el estudio de la Torá (Ley Escrita y Oral) es la manera más efectiva de frenar la acción del iétzer hará:

  • Kiddushín 30b:

“Si el ‘Degenerado’ (alusión al iétzer hará) te tienta, llévalo a la Casa de Estudio; si es como una piedra, se disolverá, si es como hierro, se derretirá.”


3. El tentador y “engañador”

Además de ser acusador, Satanás aparece en el Talmud y el Midrash como un “engañador” (en hebreo, a menudo simplemente descrito como un ángel engañoso o astuto) que pone a prueba a los justos. Ejemplos clásicos:

  • Libro de Job (cap. 1): Satanás recibe permiso divino para afligir a Job y demostrar si su piedad es auténtica o fruto de su prosperidad.
  • Sanedrín 107a: El relato sugiere que Satanás indujo al rey David a pecar con Bat-Shevá, apareciendo en forma de ave para distraerlo.
  • Kiddushín 81a-81b: Relata cómo Satanás adopta la apariencia de una mujer hermosa para tentar a los sabios Rabí Meir y Rabí Akiva, quienes solían burlarse de los pecadores.

En estos casos, Satanás opera como un probador de la rectitud humana. Su éxito o fracaso no necesariamente deriva de un poder malévolo irrestricto, sino de la disposición interna de la persona que elige pecar o resistirse.


4. El ángel de la muerte (Mal’aj ha-Mavet)

El Talmud identifica también a Satanás con el ángel de la muerte, llamado en hebreo מַלְאַךְ הַמָּוֶת (mal’aj ha’mavet). De acuerdo con esta concepción, su función consiste en recoger el alma en el momento preciso asignado por Dios. Entre las numerosas referencias, destacan:

  • Avodá Zará 20b:

“Dijo el ángel de la muerte: Si no tuviera consideración por la dignidad de los seres humanos, les cortaría la garganta al instante. Sin embargo, vierto una gota de veneno y no mutilo sus cuerpos”.
Esto enfatiza un matiz sorprendentemente “cuidadoso” en la acción del ángel de la muerte.

  • Ketubot 77b:
    Menciona el relato de Rabí Yehoshúa ben Leví, quien, con astucia, logra que el ángel de la muerte le muestre su lugar en el Mundo Venidero y le ceda su “espada” antes de morir. Aun así, se recalca que, finalmente, la muerte es un paso inevitable.

Varios relatos midráshicos —por ejemplo, sobre la muerte de Moshé (Moisés)— pintan también a Satanás/ángel de la muerte como un mensajero sin autoridad absoluta, sujeto siempre a la voluntad divina. Cuando Moshé se resiste, es Dios mismo quien ha de encargarse del proceso (Avot deRabí Natán 12:4).


5. Satanás en el Midrash y la prueba a los patriarcas

La literatura midráshica del periodo post-bíblico (con nexos conceptuales a la época del Segundo Templo) abunda en narraciones donde Satanás interviene. Un ejemplo famoso es la prueba del Aquédat Itzják (el sacrificio de Isaac) en Midrash Tanjumá, Vayerá 22:

“Satanás se presenta primero como un anciano ante Abraham para cuestionar el mandato divino; luego adopta la forma de un joven para desalentar a Isaac. Ninguno se deja engañar, por lo que la prueba culmina con la fidelidad de ambos.”

Otro midrash (Génesis Rabbah 66) detalla los argumentos de Satanás ante Abraham, resaltando una posible manipulación de la voz divina. Aun así, Abraham persiste en su cometido al creer que el mandamiento proviene de Dios.


6. Conclusión

La figura de Satanás en la cosmovisión judía del Segundo Templo, tal como se perfila a través de la tradición rabínica (Talmud y Midrash), difiere de la idea de un ente rebelde o de un gobernador del mal. En vez de aspirar a “reinar en el infierno” (parafraseando a John Milton en El paraíso perdido), Satanás se complace en su triple función:

  1. Iétzer hará (inclinación al mal que seduce a la persona).
  2. Acusador (fiscal celestial que denuncia las faltas humanas).
  3. Ángel de la muerte (ejecutor de la partida final).

La literatura judía resalta su carácter de engañador, que pone a prueba la voluntad y la fe de los individuos. Con todo, en muchos relatos se evidencia que la virtud, el estudio de la Torá y la humildad frente a la tentación son capaces de anular sus artimañas. Más que un oponente omnipotente, el Satanás rabínico opera para revelar tanto la fragilidad como la fuerza moral del ser humano, siempre bajo la soberanía del Creador.

Referencias destacadas

  • Bava Bathra 16a: Identidad del iétzer hará, Satanás y el ángel de la muerte.
  • Sucá 52a: Alegoría de la superación del iétzer hará.
  • Kiddushín 81a-81b: Tentaciones de Rabí Meir y Rabí Akiva.
  • Avodá Zará 20b: Descripción del ángel de la muerte y su método para quitar la vida.
  • Ketubot 77b: Relato sobre Rabí Yehoshúa ben Leví y el ángel de la muerte.
  • Midrash Tanjumá (Vayerá 22) y Midrash Rabbah (Génesis 66): Satanás tentando a Abraham e Isaac.

De esta forma, la literatura judía post-bíblica, fuertemente influida por las reflexiones del periodo del Segundo Templo, presenta a Satanás como parte integral del plan divino y no como un poder independiente del Creador.


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