SHEMOT 22

Cargando capítulo…

En Éxodo 22:1, la palabra בַּמַּחְתֶּרֶת (bamajteret, «en el túnel» o «en la excavación») deriva de la raíz hebrea חתר (jatar), que significa «excavar» o «hacer un agujero». Este término describe una acción específica en la que el ladrón crea una vía de acceso oculta al lugar del hurto, normalmente mediante la excavación de un túnel o la apertura de un pasaje clandestino.

La elección de la palabra בַּמַּחְתֶּרֶת en este versículo implica que el ladrón no actúa de manera impulsiva, sino que prepara cuidadosamente la escena del delito para evitar ser descubierto. La raíz חתר no solo denota una acción física, como cavar o perforar, sino que también lleva una connotación de ocultamiento deliberado.

En términos legales, la inclusión de בַּמַּחְתֶּרֶת en el texto bíblico indica que el delito cometido bajo estas circunstancias tiene implicaciones específicas. El ladrón, al planear su acceso clandestino, asume que podría encontrarse con el propietario, lo que potencialmente eleva el riesgo de violencia. Por ello, la Torá regula cuidadosamente las responsabilidades y consecuencias asociadas con este tipo de situaciones.


En Éxodo 22:1, la frase אֵין לוֹ דָּמִים (en lo damim, «no hay sangre para él») es una expresión idiomática que indica que quien causó la muerte del ladrón no es considerado culpable de asesinato según la Torá.

Literalmente, אֵין לוֹ דָּמִים significa «no hay sangre para él», pero el sentido idiomático va más allá de lo literal. En el contexto legal de la Torá, la sangre representa la responsabilidad moral y legal por la vida de otra persona. La ausencia de «sangre para él» implica que el acto de causar la muerte del ladrón no recae bajo la categoría de homicidio penal.

Este principio se aplica en situaciones específicas donde el ladrón, al irrumpir clandestinamente, genera una amenaza implícita o explícita para la vida del propietario o los habitantes de la casa. La Torá, reconociendo la naturaleza de esta confrontación, exime al propietario de responsabilidad si el ladrón es muerto por el propietario al defender su hogar, se presume que la acción del intruso representa una amenaza que podría incluir violencia.

La frase אֵין לוֹ דָּמִים, por tanto, a la vez que exculpa al autor del acto de defensa, también establece un marco legal para distinguir entre homicidio intencional y actos justificados en circunstancias específicas.


En Éxodo 22:2, la frase אִם זָרְחָה הַשֶּׁמֶשׁ עָלָיו (im zarjah hashemesh alav, «si el sol brillara sobre él») es una expresión idiomática que, según Rabbí Shlomo Itzjaki (Rashi), significa: «si el hecho es claro para ti que no vino a matar». Este lenguaje figurado no se refiere literalmente al sol, sino a la claridad de las circunstancias del evento.

Rashi basa su explicación en el Talmud, Sanedrín 72a, donde se discute el caso del ladrón que irrumpe en una casa. El Talmud interpreta que el ladrón se juzga «según su desenlace probable» (נִידּוֹן עַל שֵׁם סוֹפוֹ, nidon al shem sofo). Si el ladrón irrumpe en la בַּמַּחְתֶּרֶת (bamajteret, «escondite» o «túnel»), y rompe una vasija, el juicio sobre él depende de si «tiene sangre» o «no tiene sangre»:

  • יֵשׁ לוֹ דָּמִים (iesh lo damim, «tiene sangre»): Si queda claro que no representa una amenaza mortal, quien lo mate sería responsable, ya que el acto no sería considerado defensa legítima.
  • אֵין לוֹ דָּמִים (en lo damim, «no tiene sangre»): Si el ladrón representa una amenaza de muerte o se presume que está dispuesto a matar si es confrontado, el que lo mate estará exento de culpa.

La frase אִם זָרְחָה הַשֶּׁמֶשׁ עָלָיו, por lo tanto, es una metáfora que demanda una evaluación de las intenciones del ladrón. Si hay claridad de que su objetivo no incluye violencia contra los habitantes de la casa, la acción contra él debe ser mesurada, y su muerte no estaría justificada.


En Éxodo 22:2, la frase שַׁלֵּ֣ם יְשַׁלֵּ֔ם (shalem ieshalem, «pagar pagará») se refiere al caso en que el ladrón sigue vivo tras ser sorprendido. Esta expresión indica la obligación del ladrón de restituir lo que robó. La duplicación verbal en hebreo refuerza la certeza de que está legalmente obligado a compensar su delito.

El texto continúa con אִם־אֵ֣ין ל֔וֹ (im ein lo, «si no tiene»), que establece el escenario en el que el ladrón no posee los medios para restituir lo robado. En este caso, la Torá determina que el ladrón debe ser vendido como esclavo para cubrir el valor de su robo.


En Éxodo 22:4, el término יַבְעֶר (iaver, «él hará que consuma») se analiza tanto desde su significado literal como desde su interpretación técnica, vinculado al contexto de daño causado por el ganado.

Rashí (Rabbí Shlomó Itzjaki) explica que יַבְעֶר está relacionado con la raíz de בְּעִיר (be’ir, «ganado»), como se encuentra en Números 20:4: אֲנַחְנוּ וּבְעִירֵנוּ (anajnu u’be’ireinu, «nosotros y nuestro ganado»). Según Rashí, el verbo יַבְעֶר se refiere a dos formas en las que un propietario permite que su ganado cause daño:

  1. ושלח את בעירו (veshilaj et be’iro), dejando que el ganado pise o deambule por el campo o la viña del prójimo.
  2. ובער (uve’er), permitiendo que el ganado consuma o elimine los cultivos mediante el pastoreo.

En apoyo a esta interpretación, Rashí cita el Talmud (Bava Kamma 2b), que distingue entre dos tipos de daños:

  • רגל (regel, «pisar»), asociado con el verbo ושלח, que describe el daño causado al caminar por el ganado.
  • שן (shen, «diente»), asociado con el verbo ובער, que describe el daño causado al pastar y consumir cultivos.

Abraham ibn Ezra también conecta יַבְעֶר con la raíz de בְּעִיר (be’ir), e indica que el verbo se encuentra en el modo pi’el, es decir, que señala una acción intensiva o causativa: «hacer que se coma». Ibn Ezra señala que el término está directamente relacionado con el daño causado por un buey mencionado anteriormente en la misma sección.


En Éxodo 22:7, la expresión אֶל־הָאֱלֹהִים (el-haelohim, «a los jueces») se traduce y entiende en este contexto como una referencia a los jueces humanos encargados de dirimir disputas legales.

En este pasaje, el guardián, acusado de negligencia o posible robo de los bienes confiados a su custodia, debe acudir «ante los jueces» (אֶל־הָאֱלֹהִים) para declarar su inocencia. Su testimonio implica un juramento solemne de que no fue responsable del hurto.


En Éxodo 22:11, la frase גָּנֹב יִגָּנֵב (ganov iganev, «robado fue robado») indica una situación en la que se confirma que el objeto bajo custodia fue efectivamente robado. La construcción verbal en נִפְעַל (nif’al, forma pasiva del verbo) enfatiza que el robo ocurrió de manera objetiva y se reconoce como un hecho consumado.


En Éxodo 22:14, la frase ה֔וּא בָּ֖א בִּשְׂכָרֽוֹ (hu ba bisjaro, «él vino en su alquiler») aborda las responsabilidades legales del arrendatario que alquila un animal para trabajar. Según Rabí Shmuel ben Meir (Rashbam), los riesgos asociados al uso del animal fueron aceptados como parte del acuerdo por el arrendatario, y esto lo diferencia de la situación aquella en la que un animal es prestado como un acto de amistad sin compensación económica.

Responsabilidad según Rashbam:

  1. Arrendamiento: El arrendatario comparte el nivel de responsabilidad de un fideicomisario asalariado, es decir, alguien que recibe un pago por cuidar los bienes de otra persona.
    1. Es responsable en casos de robo o desaparición del animal por negligencia.
    1. No es responsable por accidentes inevitables o causas de fuerza mayor que escapan a su control.
  2. Préstamo: En contraste, un prestatario, que utiliza el animal sin costo alguno, asume un grado mayor de responsabilidad. Este es responsable incluso por accidentes inevitables, excepto cuando el propietario está presente durante el incidente.

Disputa en el Talmud:

En Bava Kamma 45a, se registra una discusión entre Rabí Meir y Rabí Yehudá sobre los grados de responsabilidad en este tipo de situaciones.

  • Rabí Meir: Sugiere que el arrendatario tiene una responsabilidad más estricta, similar a la del prestatario, ya que tiene un beneficio personal directo del uso del animal.
  • Rabí Yehudá: Argumenta que la responsabilidad del arrendatario es limitada a la negligencia, similar al fideicomisario asalariado, ya que su relación con el animal incluye un elemento contractual que regula su uso.

En Éxodo 22:19, la frase זֹבֵ֥חַ לָאֱלֹהִ֖ים (zoveaj la’elohim, «el que sacrifica a los dioses») contiene un detalle lingüístico clave en la vocalización de la preposición לָ (la, «a»). La vocal kamatz bajo la letra ל indica que el texto se refiere a deidades ajenas y no al Dios de Israel.

Si el sacrificio estuviera dirigido al Dios de Israel, la vocalización sería diferente: la letra ל llevaría una tzere (לֵ), como en לֵאֱלֹהִים (le’elohim), lo que reflejaría un acto legítimo de sacrificio en el contexto del servicio al Dios de Israel.


Publicado

en

por

Etiquetas: