IEHOSHÚA 7

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La expresión «calentar la nariz» es una forma de decir que alguien se enfadó o se llenó de ira. En este idioma, el enfado se relaciona con el calor en el rostro, especialmente en la nariz: la respiración se acelera, el rostro se enciende, y todo da la impresión de que «arde» de emoción.

Esta expresión es idiomática, lo que significa que no debe tomarse literalmente. El hebreo recurre a imágenes físicas para describir emociones. Por eso, «calentarse la nariz» evoca la reacción física observable del enojo, aunque no se refiere realmente a que la nariz sube de temperatura.

Ahora bien, esto nos lleva a algo llamado antropopatismo. ¿Qué es eso? Es cuando se atribuyen emociones o reacciones humanas a un ser que, en la mentalidad del texto, no las tiene de forma literal. En este caso, a Dios. Los textos bíblicos usan estas descripciones no para afirmar que Dios se enoja como lo haría una persona, sino para enfatizar el efecto de las acciones humanas. Es decir, si un texto dice que «se le calentó la nariz a Dios», lo que se quiere transmitir es que algo fue percibido como una ofensa grave, que generó una consecuencia importante, no que Dios tuviera un arrebato emocional como los humanos.

En la cosmovisión hebrea, estas expresiones no buscan hacer a Dios más «humano», sino explicar con palabras accesibles cómo se interpreta el impacto de una acción en el orden moral y espiritual. Así, el «calor de la nariz» es una imagen poderosa para destacar la gravedad del daño hecho.


La expresión «se derritió el corazón del pueblo y fue por aguas» es una forma hebrea de describir un colapso emocional o una pérdida total de ánimo. En la cosmovisión hebrea el corazón (lev) es el centro de las emociones, la voluntad, el pensamiento y el valor. Es el núcleo desde donde se originan las decisiones y el coraje. De manera que, cuando se dice que el corazón «se derritió», se transmite la idea de que ese centro vital de fortaleza se ha desvanecido, se ha vuelto maleable, como la reacción de algunos materiales ante el calor.

La siguiente parte, «fue por aguas», tiene una connotación igualmente intensa El agua, en su estado líquido no tiene una forma definida, y se percibe como inestable. El agua cede, se dispersa, no mantiene una estructura definida. Decir que el corazón «fue a aguas» implica que la persona o el grupo ha perdido toda capacidad de mantenerse firme y unificado. Ya no hay control ni resistencia, solo fragilidad absoluta.


La palabra לָשׁוֹן (lashón) significa «lengua», tanto en el sentido del órgano físico como en el de «forma de hablar» o «idioma». Sin embargo, en algunos contextos, también puede referirse a objetos alargados o delgados. Por ejemplo, en la frase lashón zaháv (לָשׁוֹן זָהָב), que aparece en Josué 7:21, no se está hablando de una lengua literal de oro, sino de una «barra» o «cuña» de oro. Esto se debe a que la palabra lashón se utiliza para describir objetos que, por su forma, se asemejan a una lengua.

Algo similar ocurre con las «lenguas de fuego», una imagen que describe las llamas. Aquí, lashón hace referencia al movimiento y forma del fuego, que se alarga y ondula como si fueran lenguas.


La expresión vaiatzíqúm (וַיַּצִּקֻם) proviene del verbo יצק (yatzaq), que significa «verter». Este verbo se elige para comunicar un movimiento que comunica la notoriedad del acto. No se trata de «poner» o «colocar» simplemente, sino de presentar los objetos de forma visible, como cuando un líquido es vertido: el proceso es evidente, fluye lentamente, de tal forma que atrae la atención por su despliegue en el espacio.

Los objetos no fueron acomodados de manera discreta. El uso de yatzaq indica que estos fueron dispuestos de manera deliberada y llamativa, como si se mostraran para que todos los presentes pudieran percibir la importancia del momento.


El nombre עָכוֹר (Ajor) proviene de la raíz hebrea עכר (ajar), que significa «perturbar», «causar problemas» o «traer desgracia». En Josué 7:25, Josué declara: «¿Por qué nos has turbado? Que te turbe Hashem en este día». (¿Lamá ajartánu? ieajrejá Hashem haiom), utilizando dos formas del verbo עכר en un juego de palabras que conecta directamente el nombre del valle con el acto de perturbación causado por Aján.


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